Rafa Mora / Ciclo 21
Valga barbarie, sin el previo de ‘landismo’, aunque también, para definir la auténtica locura de final de etapa que ha acogido el Cuitu Negru. Es como si los dioses, no sé, el mismísimo Thor, se hubiera alineado con todo el mundo para darle fuerzas a todo quisqui, meter una niebla de por medio así como escenario de gran película, y ver una serie de ataques, contraataques, explosiones, cabezazos, chepazos, palazos, dentaduras apretadas y miradas tensionadas como, no sé, como diría que hacía años que no veíamos.
Valga épico para definir, en concreto, el final de etapa de Pablo Castrillo, al que, supongo, espero y deseo, le están preparando ya un homenaje en su Jaca natal y en todo el Alto Aragón, cuando no en la misma plaza de la Pilarica, a reventar y que me digan día y hora, que voy. Valga increíble, también, para expresar la sensación que nos queda después de ver lo que hemos visto sudando la gota gorda del vocerío. Valga, en definitiva, un grandilocuente “¡qué deporte!” para aglutinar la fuerza de las sensaciones que nos ha hecho sentir esta jornada en la que hemos visto, sin exagerar, de todo.
Que Castrillo -Kern Pharma, gente, Kern Pharma…- haya ganado en el Cuitu Negru es de una barbaridad máxima, y máxime -perdón- cómo lo ha hecho: ha atacado justo antes de uno de los peores rampones, es decir, que ha subido pulsaciones a tope y luego las ha tenido que mantener en porcentajes altísimos, con Sivakov y Vlasov a unos metrillos, en otro movimiento a morir-matando del aragonés -nivel Manzaneda- que, qué ven nuestros ojos, ha vuelto a funcionar. Valoren, por favor, ese momento absolutamente loco en el que Vlasov lo caza con la cara desencajada y don Pablo -ya es don, que para nosotros es como Sir, ¿vale?- se sienta, le echa varias miraditas, respira -lo que puede, jaja- y le vuelve a atacar para irse a por la gloria mientras la entera España ciclista gritaba un ‘¡oooooh, vamoooos!’ que se ha escuchado hasta en las montañas de Roundhill, Nueva Zelanda, así para exagerarlo un poco.
Pero es que barbarie lo ha sido todo. El landismo el primero, como decíamos, por tomar el mando ellos, el Quick Step (T-Rex, como quieran), pensando en un Mikel con ganas de probarlo. Valiente Landa, por supuesto, que ha puesto a todos los compañeros a liarla gorda y ha movido el manzano, pronto, tal vez, puede ser, pero lo ha movido. Valiente Roglic, que con un 42 de piñón grande para escalar por lo menos el Urriello aún se ha quedado corto, o largo, según se mire, y se ha tirado a sacarle tiempo a los demás. Y valientes todo el resto, empezando por Mas, que ya ven, hoy le ha dicho a Primoz, cucú, que estoy aquí. Enorme gestión de carrera la del balear que, hoy sí, a su ritmo, sin cebarse con los watios del esloveno cuando ha arrancado primero ha dado muestras de que no era su momento y luego, al tran tran de la subida, lo ha cazado, lo ha pasado y hasta le ha enseñado, de manera insólita, que se pueden abrir huecos entre las ruedas traseras de sus rivales, en este caso de Enric, y la suya delantera.
Valiente el líder, por supuesto, O’Connor, que sigue de rojo, apaleado por todas partes, defendiéndose hoy como un gato acorralado, que lo está y lo sabe, pero entero aunque ya solo con 43 segundos sobre Roglic y 2’23’ sobre Mas. Valiente Sivakov -déjenme que vuelva a lo que ha sido la cabeza de carrera-, que se ha arreado una crono demencial montañas arriba y abajo, sabiendo que estaba cavando una tumba de manual con Vlasov y Castrillo de lapas, pero con la que se sitúa en el top10 de la general. Valiente Lipowitz, que ha llevado a su capo Roglic -volvemos al grupo- en volanditas hasta reventar y, sin embargo, seguir en la pomada sexto en la general. Valiente Gaudu, que está agonizando cada día pero ahí está. Y valiente Carlos Rodríguez, que con su motor diésel no sabemos con cuántos caballos ya, ha sabido sufrir en este infierno.
Pero, ojo, qué injusto sería no decirles a todos valientes, porque si ustedes han visto solo el final, que ha sido apoteósico, si se han perdido el inicio de la carrera, pues deberían saber que, para chulos, todos, porque en fin, otra vez Van Aert apareciendo, otra vez, y ya es de traca de las patas que se gasta, un Marc Soler que ha currado como un descosido por los suyos. Vaya, es que no hay líneas para todos, pero quede constancia el reconocimiento a esta Vuelta y todos sus componentes, que se han ganado un día de descanso antes de los Lagos del martes, ay, mamá, lo que se viene, don Pablo, o barbarie.