16ª Tour Francia: Bajoneros, pero no tanto

El Tour se asomó al Mediterráneo © ASO / Billy Ceusters

Rafa Mora / Ciclo 21

Hoy parecía un día bajonero total. De esos en los que sales a rodar y mejor te vuelves para casa antes de hora. El Visma que siente que el UAE es superior, Vingegaard que parece asumir que nada tiene que hacer contra Pogacar, y una etapa para sprinters sin valientes a excepción de, otra vez, un TotalEnergies, Thomas Gachignard, francés, 22 años, a lucir palmito y poco más, más solo que la una, y gracias.

Lo de siempre en estos casos, vaya: que si a ver el viento, que no, que si a ver si alguien se anima, que si uy, mira el sprint especial, batalla loca, y tal. Tabla rasa, gente. Lo más emocionante, y que no debería serlo por el peligro que conllevan, las rotondas de final de etapa, que se llevaban por delante, ya en la recta final, a Girmay, que clamaba por su cuarto triunfo, y que veía, por tanto, cómo Philipsen, que ya se ha calentado, le igualaba a victorias, tres, las mismas que Pogacar.

Como algo se barrunta que las cifras del esloveno pueden variar, este triple empate a tres victorias (tres tristes tigres… perdón el chascarrillo, pero tenía que decirlo), tiene toda la pinta de romperse, porque si el ánimo de Jonas no mejora, a ver qué se viene. Y sí, el danés lo va a intentar, esa es sin duda la actitud -faltaría más- pero a nadie se le debe olvidar que si al principio del Tour se decía mucho aquello de que esto es muy largo, es precisamente en esta semana donde se tiene que ver cuán largo se le va a hacer a la gente. Y entre lo que llamamos la gente hay que incluir, también, a Pogacar, porque es el mejor, sí, ha demostrado mejores piernas, sí, pero también ha dejado claro que a veces llega fundidito a los finales, que también falla, que no hay victoria fácil y que hasta la última línea de meta todo puede pasar.

Es decir, sí, hay que caer en el cliché, pero por obligación e interés hay que esperar, de igual modo, que el ritmo, el espectáculo, el show no se pare, que esto es, efectivamente, muy largo, y que nada está ganado como nada está perdido. Lo de Plateau de Beille fue una cosa loca, correcto, pero también vimos en otros años a un Jonas capaz de todo. Y ya sé, sí, que es verdad, que el Vingegaard de este Tour no es el del año pasado, pero la historia de este deporte, de esta carrera, dice que no hay piel que se pueda vender antes de cazar al oso.

Viva el Tour.

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