16ª Vuelta España: Porfiar hasta morir

Marc Soler logró el triunfo en fuga que tanto estaba buscando © La Vuelta

Rafa Mora / Ciclo 21

Así, a bote pronto, no me viene a la cabeza una sola etapa ‘emboscadona’, de las de pelea de sube y baja o sube y sube, en las que Marc Soler no haya estado delante dando el callo. Si no era buscando la victoria, que no le llegaba porque le arrancaban por el córner, porque se despistaba a por bidones o porque simplemente no le salían las cosas, era trabajando para sus Vine o McNulty que tenían, supuestamente, piernas para más. Él, sin embargo, era todo porfiar, y hoy hasta se metía en la fuga buena, ¡sorpresa!, con los Lagos de Covadonga al fondo. Premio a la insistencia.

Da la risa pensar, incluso, que se haya metido en la escapada del día, la buena, numerosa y de quilates, casi sin querer, cosa poco creíble aunque bien es cierto que no deja de ser curioso lo que contaba Purito en TVE, que cuando se acercó hace unos días a decirle, tío, aguanta un poco, guarda, y reserva para otros días, que te metes en todas, el bueno de Marc, sencillete, le contestara que es que casi casi acababa en las escapadas sin buscarlo.

Pues fuera sin buscarlo o buscándolo, tal vez como Wout van Aert, que hoy también estaba y luchaba por los puntos y la montaña y todo lo que se movía, ahí estaban los dos en el grupito de cabeza batallando, a ojos de la gente normal, repito, normal, por no se sabe qué, porque lo lógico, si fuera lógico algo en esta Vuelta loca, sería pensar que estos dos mendas están reventados de tanto palear. Pero, no, oye, lo que están, los dos, es tocados por una varita de esas que privilegia el talento, y hoy era día de ponerlo a prueba.

La prueba, la del talento y la etapa en sí, la ganaba Marc en una sentencia de justicia verdadera si se puede decir que existe en este deporte doloroso y agónico, cuando no cruel, que deja en una cuneta una pierna derecha de Van Aert, que veía frustrada su aventura por los puntos y la montaña, pero que se vuelve a su casa con ese reconocimiento, aplauso, abrazo y aprecio máximo que no habrá nadie en el mundo del ciclismo que no tenga hacia él por lo que ha hecho este año en la Vuelta.

Con la pena en el cuerpo tras la caída y la retirada del belga, que hasta provocó un bajonazo de la intensidad de la carrera -cosas del miedo por las consecuencias y el respeto por el personaje-, al final todo acabó fluyendo en escenas variopintas como ver a Mas atacando a 60 de meta después de poner, osado como nunca, a su equipo a tirar; o ver a Landa, crecido en el landismo que agoniza, recoger el guante y probar la machada también kilómetros más tarde; o intuir a Roglic no responder ya en las rampas de los Lagos y, oh, sorpresa, incluso ceder metros, para verle recuperarse y crecerse al cerciorarse de que, el otro que cuenta en esta historia -todavía-, el líder, se dejaba segundos, casi un minuto, que el australiano peleaba como un jabato.

Y sí, sigue de líder el del Decathlon. Y sí, ni Mas ni Landa ganaron nada. Y sí, pueden ustedes criticar lo que quieran de estos intentos fallidos, pero hay que recordar que hoy estos ataques sin resultado nos aportan una emoción que tiempo ha no existía, dados los miedos, los cangueles, las vergüencitas y el qué dirán. Ciertamente, y cada uno que opine lo que desee, yo prefiero este ciclismo a cara de perro sin resultados, que un ciclismo a la defensiva sin ídem, aunque al final, y que se lo digan a Marc Soler, el secreto es porfiar hasta morir, querido Lope.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*