20ª Vuelta España: La gaseosa

Dunbar en Picón Blanco ©ciclismo gonzalez

Rafa Mora / Ciclo 21

Hoy, la gaseosa. Nada en las piernas, o como mucho, lo justo para ir en comandita, intentarlo y parecer que abres hueco, pero al final, repito, nada de nada. Y no es un reproche a los corredores sino una realidad, que no hay fuerzas, o las que hay están igualadísimas, o que simplemente hay lo que hay. Y lo que se ha visto en el etapón programado, los siete puertos, el final en Picón Blanco de colofón y toda la martingala, es para darnos cuenta de que la chicha es la que es y el nivel de ahí no pasa.

Que es nivelón, pero tampoco hay que engañarse, que aquí no están los pintones del Tour, los renombres y los redobles de tambores, pero casi mejor, si me permiten, porque vemos batalla entre varios, y no entre dos o tres. Y si no, repasen, los ataques corales del UAE por luchar la etapa siendo un equipo ganador de generales, los ataques de Dunbar, que se llevó el gato al agua con su segunda victoria, los ataques de Urko Berrade en representación de su Kern Pharma y, qué leches, de toda la España ciclista que ya los adora, o los ataques de Gaudu, los de Enric Mas, las respuestas a medias de Roglic, las de Carapaz, la batalla que entra y sale, que se queda y se reengancha, de O’Connor, o la bomba de humo maravillosa de un Landa dolido en su orgullo tanto como exhausto. Bravo, aunque cada ataque de esos fuera poco, o gaseosa.

Son muchos los nombres, aunque después de tanta tela no haya pasado gran cosa en la general, ni se hayan visto ni ataques de lujo ni explosiones sonadas. Oye, que no ha pasado nada, dicen, pero sí hemos visto a unos cuantos, y no a dos o tres buenos y para de contar, partirse la cara en una etapa terrorífica con la Vuelta agonizando y las piernas con el tembleque. Que si ustedes, que son ciclistas también, seguro, salen tres, cuatro, cinco, seis días seguidos con sus amigos, saben lo que se siente en cada puente, cuando la cosa no funciona igual de bien que en las alegrías del primer día, y entonces entienden, o deberían entender, el dolor eterno que esta tropa tiene en las piernecicas a estas alturas.

Y sí, son profesionales, y sí, se espera de ellos tanto como hoy una victoria de Mas con la que algunos soñábamos, más si cabe, viendo cuáles eran las diferencias en la subida final y los estados físicos… pero es que no hay para alegrías desbordadas. Nadie puede dudar que hoy Enric ha dado todo lo que tenía, y más sabiendo que debía irse, y mucho, y mucho era decir también, de O’Connor, si lo que busca es la segunda posición. Como tampoco dudamos de Berrade, ni de Gaudu, ni de Landa ni de ninguno de los que hoy han cruzado uno a uno, así sueltos, la meta de la penúltima etapa y ya están pensando en la cabra de mañana para salir del monte y jugárselo todo a una carta, gaseosa en mano o con lo que sea.

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