Hay una memorable viñeta de Forges en la que la mujer se aposta al lado del sofá, donde sestea su marido, y le dice: “Perdona que interrumpa tu siesta dominical, Vicente, pero son las 23 y has hecho cuerpo en el sofá”. Cuando sales mucho en bici -mucho es muchas horas, mucho en el tiempo, muchos días seguidos, mucho, en definitiva- es como que haces cuerpo con tu bici. Eso significa que si te cambias de burra, si varía algo en ella, te afecta. Pero también quiere decir que estás en plena forma. Hacer cuerpo en la bici es sentir que ese es tu medio natural, que vuelas, que te sientes fuerte.
Remco se sentía fuerte para esta última etapa del Tour, pero al final lo que se ha visto es lo que ha sido esta edición, que es que el belga es un hombre Tour, que sabe sufrir, que sabe subir y sabe bajar, y sabe medirse y controlarse, pero también sabe perder, entre otras cosas, porque no le quedaba otra que claudicar ante dos que han sido mejor que él. Lo que también sabe, y mucho, es hacer cuerpo con su bici de crono. Menudo espectáculo verle rodar, perfecto, milimetrado, aunque hoy se haya quedado con el bronce.
Esta tercera posición de Evenepoel, tanto en la crono como en la general final, es de enorme justicia, como lo es la segunda de Vingegaard, que ha sabido controlar sus esfuerzos y su recuperación paulatina y rápida para estar lo mejor posible en esta carrera. Jonas vino a ver si ganaba, que no a ganar, y se ha llevado el absoluto respeto del público por su maravillosa entrega y, si me permiten, educación. Hoy, pese a vérsele menos acoplado, menos haciendo cuerpo en su bici que los otros dos bichos, fíjense, segundo y al palo. Maestro.
Pero aquí el que de verdad hace cuerpo, y bien subiendo, y bien llaneando, y bien bajando, y bien en curva, en giro peraltado y en serpenteo técnico, es Tadej. La locura de la perfección como sin quererlo es este jovenzuelo de 25 años que lleva tres Tours, que encadena Giro y Tour y que, además, se va con seis etapas, las mismas que cerró en la carrera italiana. Si viniera a la Vuelta, ay… el susto en el cuerpo y ojiplático el personal, más si cabe, sobre todo por aquello de las comparaciones -odiosas, pero el ciclismo también son datos- con Merckx.
En fin, que este cuento se ha acabado, que se ha cerrado un Tour maravilloso con días tediosos -¿qué sería el Tour sin ellos haciendo cuerpo en el sofá como el señor Vicente?- pero con jornadas memorables, con ataques de lejos, a corta distancia, con cabalgadas, trabajo en equipo, tácticas perfectas y algunas fallidas, con récords, con errores y aciertos, con merecidas victorias, sorpresas y sufrimiento, mucho sufrimiento, como el de la parroquia española, que nos ha regalado mucho -ya hablaremos de ello, y de Mas, de Lazkano, de Aranburu, de Romo, de García Pierna o de Landa que, en fin, menudo Tour se ha calzado, y de Carlos Rodríguez, de Ayuso…-, pese a salir sin victorias. Es lo que nos gusta de este deporte, el dolor, a usted que mira desde casa, que lee lo que aquí escribimos y que piensa que esta gente está muy loca, pero que, sobre todo, le gusta salir en bici a pedalear y disfrutar de esta manera de entender la vida.
Por siempre, que viva el Tour.