3ª Tour Francia: Dedícate a otras cosas

Pelotón agrupado en la 3ª etapa © ASO

Rafa Mora / Ciclo 21

La vida te lleva a hacer cosas que, oye, no te apetecen nada porque, ya de por sí, sabes que serán un rollo patatero, que no te lo vas a pasar bien, que poco te van a aportar o que, vete tú a saber, te da un perezón de esos que no te levanta del sofá ni la zanahoria al burro. La organización del Tour y de cualquier gran vuelta sabe que, en tres semanas de competición, pues oye, alguna tiene que haber en que pase poco o nada, y nos dediquemos a otra cosa. Porque el recorrido no ayuda, y a veces es culpa suya, a veces porque obliga el bolsillo pasar por aquí y llegar allá, y otras, porque vamos a ver si nos entendemos, pero si no ponemos alguna jornada como un guante para velocistas, habría protestas, reniegos, cuando no ausencias indeseadas. Otras veces es cosa del pelotón, que también, que se levantan en ese plan protestón y/o vaguete y no hay quien los anime. Y hoy, pues vaya, se han juntado ambas opciones después de dos días con el motor a tope.

Así es que nos hemos dedicado a otra cosa. A otras muchas cosas. A ver el paisaje, precioso, alternando rectas infinitas hacia el horizonte con algún serpenteo -pocos- entre los viñedos del Piamonte, a ver planos de los operadores de cámara que van en sus motos y que, en días como hoy, tienen ese momento de gloria de regalarnos encuadres artísticos cuando no innovadores, y ver, en definitiva, cómo llenamos el tiempo. Que si los bidones planos, que si lo que se dice en redes, que si los últimos modelos de bici, que si tal. Que hasta hemos tenido un ataque de broma, con los dos corredores –Abrahamsen, otra vez protagonista, y Kulset- parados en la cuneta, desmontados literalmente, culo al cuadro y piernas cruzadas mirando hacia atrás, esperando a que el pelotón llegara y los recogiera.

Días en los que un mal gesto se magnifica -ese Cavendish descolgado por una avería y protestándole a la cámara que le apunta-, o las imágenes que buscan el buenrollismo entre los corredores: Evenepoel hablando del tiempo con Rui Costa, que si dan lluvia al final, chico, ah, ¿sí? No me digas, pues vaya, o las innovaciones absurdas como las gafas que cubren la nariz con las que luce su perfil Groenewegen. O, cuando no, te enteras de cosas así que te alegran el día, como que mañana martes es el cumple de la mujer de Carlos de Andrés. Vaya por delante nuestra felicitación.

Y luego, la carrera, que si ustedes hubieran decidido poner el Tour a un kilómetro de la meta, no hubiera pasado nada. Como el resto del día. Un ataque a 66 de meta del motivado de turno –Fabien Grellier, TotalEnergies, el equipo más modesto de esta edición, solo contra el mundo y para buscar, legítimamente, la combatividad- mientras Javier Ares y compañía tenían un interesante debate en Eurosport sobre nutrición y ciclismo –Flecha, por favor, no te vayas nunca- y nada, ya luego llega el grupo y engulle a la paloma suelta a 30 de meta, aceleración, formación en flecha, los coditos y la locura, la caída de turno -ups-, la volata, bonita, en ‘petit comité’, y victoria de Girmay. Y hasta mañana, que se viene batalla de solistas en comandita por Sestrieres, Montgenevre, Lautaret y Galibier, para llegar en bajada y trampa final a Valloire. Ojo, que aún Carapaz aguanta el maillot de líder que ha cazado hoy.

Viva el Tour (pese a todo).

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