Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21
Alejandro Valverde (Las Lumbreras, Murcia, 1980) ha revalidado en 2015 el título de campeón del UCI World Tour y ha colaborado, además, a que su equipo, Movistar, se alzará con ese galardón por equipos. Valverde ha obtenido la victoria en dos pruebas del World Tour este año, en La Flecha Valona y en la prestigiosa Lieja-Bastoña-Lieja (en ambas pruebas, el, posiblemente, mejor «uphill finisher» del pelotón internacional cosechaba su tercer entorchado).
A esos resultados hay que unir un cuarto en Lombardía, un segundo puesto en la Amstel, sendos terceros en la Clásica de San Sebastián y en la Strade Bianche, el campeonato nacional en ruta, el maillot de los puntos de la Vuelta y las victorias en el Trofeo de la Serra Tramuntana, dos etapas en la Volta y la de la jornada de Vejer en la Vuelta. Palabras mayores, en suma. Todas las victorias españolas 2015.
El ciclista español, enrolado en la estructura Movistar desde 2005, ha demostrado, durante todos sus años como profesional, una capacidad innata para ganar durante, prácticamente, todas las épocas de la campaña. No en vano, sus dos campeonatos del World Tour son réplica de las victorias que, en 2006 y 2008, el murciano cosechó en el extinto ProTour, que otorgaba un maillot blanco, con adornos en azul, que se lucía en competición.
Hoy nos encargamos de analizar la temporada 2006 de Valverde, una de las más exitosas y completas de su, ya de por sí, hondo palmarés (ensombrecido por la sanción impuesta por el TAS en 2010 y 2011, a resultas de la identificación de una bolsa de sangre, rotulada con “18.Valv.Piti”, en la consulta de Eufemiano Fuentes) al que, quizá, lo único que se le podría reprochar es su excesiva fijación en las rondas de tres semanas (donde luce una victoria en la Vuelta de 2009 y seis podios, cinco en la Vuelta [dos segundos y tres terceros] y una en el recién finalizado Tour de Francia).
Aquel año, “el Bala” comenzó su temporada en el Giro del Piamonte, concluyendo en el puesto 74, y, de ahí, disputó la Clásica de Almería, en la que acabó séptimo. Su primera victoria llegó en la Vuelta a Murcia, en la segunda etapa de la ronda nacional, que finalizaba en Alhama. En casa, Valverde, terminó séptimo en la general y tercero en la clasificación de la montaña. Aunque no era uno de los favoritos, el deportista hizo una más que aceptable Milán-San Remo, finalizando en la vigesimocuarta posición, que mejoró en el Gran Premio Miguel Indurain, en el que acabó decimosexto.
Una de las pruebas que ya estaban en el calendario de Valverde en aquel año 2006 era la Vuelta al País Vasco y el ciclista dio el do de pecho. Se hizo con el primer liderato de la prueba, ganado la jornada que tenía inicio y final en Irún y estuvo siempre en la pelea por la general, en la que terminaría segundo, solo por detrás del hombre de Saunier Duval, Gómez Marchante, y alzándose con la clasificación por puntos.
Con ese buen pico de forma, el por aquel entonces enrolado en el Caisse d´Epargne – Illes Balears, se centró en las Ardenas y su prestación fue también brillante. Como en este año, se hizo con la Flecha y la Lieja y solo en la Amstel (en la que triunfó el por aquel entonces campeón de Luxemburgo, Frank Schleck) se marchó hasta un decepcionante vigesimotercer puesto.
El primer bloque de la campaña de 2006 lo cerró el murciano compitiendo en el Tour de Romandía y, en su presencia en Suiza, no se fue de vacío. Ganó la etapa de Sion y se quedó segundo en el prólogo de Ginebra y de la que finalizaba en Leysin. Con ello, y su regularidad durante toda la semana, Valverde se subió al tercer cajón del podio final.
Con la tranquilidad de llevar una temporada encauzada, nuestro protagonista se tenía que preparar para la cita por antonomasia y el máximo objetivo, el Tour de Francia. Por ello, acudió al Dauphiné, dando buenas muestras de forma y finalizando séptimo, en una edición que venció el estadounidense Leipheimer. Sin embargo, la suerte iba a resultar muy adversa para sus intereses en la ronda gala. Cuando rodaba quinto en la general, el de Caisse d´Epargne se iba al suelo en la jornada que concluía en Valkenburg y se fracturaba la clavícula, diciendo adiós a cualquier tipo de aspiración que pudiera albergar.
Tras ese mal trago, tardó más de un mes en volver a competir, en este caso, en la Clásica de San Sebastián, que finalizaría en octavo lugar. Obviamente, tras la frustración francesa, Valverde enfocó sus esfuerzos en preparar la Vuelta a España que, aquel año, arrancaba desde Málaga.
Y el siempre competitivo ciclista completó una magnífica Vuelta. En La Covatilla, primera dificultad seria, concluyó sexto y, en la llegada a El Morredero, enseñó su dorsal a todos sus competidores. Apenas dos días más tarde, en la llegada a la Cobertoria, se hizo con el primer puesto en la general.
Mantuvo la privilegiada posición hasta la etapa que finalizó en Granada, en la que la emboscada creada por Astana, permitió al kazako Vinokourov hacerse con un liderato que no abandonaría hasta Madrid. El, luego, campeón olímpico en Londres, atacó en Monachil y aprovechó que Kashechkin iba fugado para aprovechar su trabajo (Danielson, que llegó con el nuevo líder se hizo con la etapa). Valverde terminó segundo en la general y tercero tanto en las secundarias generales por puntos y de la montaña.
Finalizada la Vuelta, el objetivo de Valverde era obtener una medalla de oro en el Campeonato del Mundo que se disputaba en Salzburgo. En un sprint en el que se hubo de ver las caras con Bettini y Zabel, el español fue el menos rápido y se colgó la medalla de bronce al cuello.
La campaña, auténticamente trufada de brillo y éxito, concluyó con su participación en el Giro de Lombardía, donde abandonaría, si bien nada empeñaría su magnífica y regular trayectoria que, como en este 2015, le hacían acreedor del título del hombre más regular del pelotón internacional.