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Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21
En esta época de final de otoño en la que el ciclismo en ruta de competición concede un respiro a los aficionados, es habitual encontrar multitud de noticias relacionadas tanto con los movimientos de los ciclistas a sus nuevos equipos como con la revelación de las etapas que conformarán las grandes rondas en la próxima temporada.
Sobre este último particular, el director de la Vuelta a España, Javier Guillén, publicitó que el inicio de la edición de 2016 se producirá desde la localidad de Ourense y que, dentro del periplo de la visita de la serpiente multicolor a tierras gallegas, se efectuará el primer final el alto, con la ascensión al Mirador de Ézaro (perfil al final del artículo).
La subida se encuentra en Dumbría, provincia de A Coruña, y es un puerto de unos dos mil metros de distancia, con una pendiente media del 14%, y con rampas, a un kilómetro de su finalización que superan el 29%. El desnivel es muy sostenido y no cuenta con ningún tipo de resquicio para el descanso ya que todos sus tramos suelen rondar el 10% (excepción hecha de un pequeño paraje de cien metros en el que “suaviza” para colocarse al 8%). El entorno es uno de los más turísticos de la comarca de Fisterra puesto que el río Jallas desemboca, en forma de espectacular cascada, en el mar.
La Vuelta tardó en descubrir esta llegada y no fue hasta 2012 cuando el pelotón, en la decimosegunda etapa de dicha edición, se dispuso a completar los 184,6 kilómetros que separaban Villagarcía de Arosa del Mirador. Se trataba de una jornada sin más inconvenientes que la ascensión final y que recorría toda la costa, ofreciendo bellas estampas de la geografía nacional.
La carrera, que discurría en todo su trazado por la zona norte española (no en vano el punto más septentrional del recorrido fue Madrid) llegaba tremendamente disputada, con el catalán afincado en Andorra Purito Rodríguez (Katusha) vistiendo la roja con una diferencia de un pírrico segundo frente a Contador y quince frente al británico Chris Froome. Por debajo del minuto se hallaba también el murciano Valverde, cuarto. A partir de ahí las diferencias se abrían a más de los dos minutos con Gesink a 2,26 y el fiel escudero del líder Dani Moreno a 2,53.
La subida a Ézaro llegaba justo tras la cronometrada de Cambados y Pontevedra, en la que había vencido el sueco de Astana, Kessiakoff, pero en la que Contador había recortado 22 segundos a Froome, 51 a Valverde y 59 a Purito.
Aquel 30 de agosto de 2012, el pelotón consintió una escapada, después de multitud de intentonas, que se conformó por Amael Moinard (BMC), Mikel Astarloza (Euskaltel Euskadi), Kevin de Weert (Omega Pharma Quick Step) y Cameron Meyer (Orica GreenEdge), que tuvieron una diferencia que les permitió iniciar las rampas de Ézaro con poco más de un minuto.
El hombre que demostró contar con más aguante y mejores piernas por delante era el vasco Astarloza que fue el último en ceder en su empeño frente a un grupo de los principales en el que, tras el trabajo de Katusha en favor de su líder, se habían situado los hombres de Rabobank, apurando las opciones de Mollema.
El primero de los ataques en el grupo de los favoritos fue del hombre de Euskaltel Igor Antón, cuando percibió que la aventura de su compañero Astarloza tenía los segundos contados. Iniciadas las hostilidades, el madrileño Dani Moreno asumió la responsabilidad de comandar el grupo, marcando un ritmo que preservara las aspiraciones de su capitán Rodríguez.
Al paso por la zona de mayor exigencia, a un kilómetro de meta, fue el propio líder el que demarró con un fuerte ataque al que respondió, con su habitual vaivén en la bicicleta, Alberto Contador. El británico Froome se demostró impotente para seguir el ritmo y perdió contacto con sus principales contrincantes. La velocidad del líder neutralizó atravesaba un auténtico suplicio para intentar no perder de vista la estela del líder y del maillot blanco (que lucía el ciclista de Tinkoff-Saxo, Alberto Contador).
Era el tramo más duro y Purito se retorcía en las curvas para exigir un grado más de intensidad a sus rivales. Con el pinteño soldado a su rueda, el hueco con Henao, Valverde y un magnífico Dani Moreno se empezaba a ensanchar, a pesar del trabajo del colombiano de Sky por minimizar el trecho. Unos metros por detrás un grupo con Gesink (Rabobank), Roche (Ag2r), Antón y Froome intentaba enlazar.
Sin embargo, Purito, reguló y cuando parecía que los de detrás se iban a unir a los dos escapados, restando poco más de ochocientos cincuenta metros para el final, Contador, quizá al percibir que el primer Sky era Henao y no Froome, relevó al líder en su esfuerzo y comandó la carrera con un durísimo relevo. Las referencias ofrecían veintidós segundos respecto del hombre nacido en Kenia y Contador veía como sus pedaladas reportaban una distancia con Froome que auguraba un botín más que satisfactorio.
El líder, por su parte, sostenía el ritmo de Alberto e, inquieto, calculaba el momento para lanzar un nuevo ataque con el que poder vencer la etapa y, por añadidura, hacerse con los segundos de bonificación (se repartían 4 en meta para el ganador). Por detrás, Valverde, con el maillot de puntos azules de la regularidad y marcando un ritmo sostenido en la ascensión (como es habitual en él), asumió la responsabilidad de liderar la persecución, seguido por Dani Moreno y Gesink, mientras que Froome trataba de no perder la referencia visual con ellos.
Primero y segundo de la general llegaron a la zona vallada juntos, donde las pintadas de la carretera recordaban la ausencia de Ezequiel Mosquera (que había sido segundo en la Vuelta de 2010 tras Nibali, pero al que se acusó de dopaje por hidroxietil [un enmascarador], si bien su caso fue posteriormente resuelto por la Audiencia Nacional, que consideró inadecuada la sanción por un tema formal [la caducidad del expediente sancionador]. La polémica truncó la carrera del gallego de Teo, que había fichado por Vacansoleil y que vio cómo se le impedía competir mientras duraba el proceso).
Cuando quedaban 150 metros, Purito abandonó la compañía de Contador con un velocísimo sprint y se presentó en línea de meta alzando los brazos satisfecho por su victoria. Hubo que esperar ocho segundos para que el de Tinkoff-Saxo detuviera el reloj y, por detrás, Valverde perdería trece segundos. Más tarde, el holandés Gesink culminaba en cuarta posición, a veinte segundos, y Froome, junto a Dani Moreno, se dejaban tres segundos más.
De la dureza de Ézaro dan fe los tiempos en meta, que revelan que se formaron, detrás de los implicados en la general, diversos grupitos que llegaban como buenamente podían. El último del día, el holandés de Lotto, Joost van Leijen, necesitó 32 minutos y 35 segundos más que Purito para completar la etapa.
La victoria de Purito en Ézaro, la segunda de esa Vuelta, tras la de Jaca, no fue la última, ya que el de Katusha se impuso, también, en Ancares. No obstante, su sueño de vencer en una grande se diluyó en la etapa de Fuente Dé, al no ser capaz de cerrar de inmediato el hueco en la valiente escapada de Contador.
2012 fue el año, sin duda, en el que Rodríguez tuvo más cerca la victoria en la Vuelta y, sin embargo, en Madrid tuvo que conformarse con mirar desde el más bajo de los tres escalones de un pódium que completaron Contador, luciendo la roja, y Alejandro Valverde (que se llevó tanto la clasificación por puntos como la combinada, al tiempo que Movistar se hacía con el triunfo por equipos). Sea como fuere, la historia siempre reflejará, en sus anales, que nadie fue capaz de domeñar al bravo y menudo corredor que, victorioso, levantó los brazos en el Mirador de Ézaro.
En 2013, se volvió a rendir visita, si bien fue puerto de paso, a cuarenta cinco kilómetros de la meta en Finisterre y donde otro Katusha, en esta ocasión Dani Moreno, se llevó la victoria de etapa.