El italiano Luca Paolini ha roto su silencio. Ha pasado casi medio año desde que se diera a conocer su positivo por cocaína en plena disputa del pasado Tour de Francia y el corredor de Katusha –sus responsables han asegurado que mantienen la puerta abierta a su regreso– ha concedido una estremecedora entrevista al rotativo transalpino La Gazzetta dello Sport en la que habla de forma muy directa sobre las circunstancias que le llevaron a esa situación el pasado mes de julio.
En esta entrevista, Paolini, que no duda en calificarse como un adicto, explica cómo un deportista de elite como él pudo acabar recorriendo ese camino que le llevó a protagonizar uno de los grandes escándalos del ciclismo durante 2015. El italiano reconoce que llegó un momento en el que necesitaba pastillas para luchar contra el insomnio y, para él, ese fue el comienzo de todo su calvario. “El principio activo de esas pastillas, la benzodiacepina, crea dependencia. Yo las necesitaba para poder dormir por la noche y descansar para, de esa forma, hacer frente al esfuerzo físico y mental al que me enfrentaba al día siguiente”. Pero, aunque esa explicación pueda sonar lógica, la confesión de Paolini deja entender que su necesidad de usarlas no llegó exclusivamente por el cansancio acumulado durante las largas jornadas en el pelotón. “Comencé a usarlas en 2004 tras la muerte de mi cuñado”. Paolini desmitifica la presión del deportista de elite cuando asegura que “los problemas de verdad llegan con la vida diaria. Son problemas pequeños y grandes a los que se suma el deporte y su estrés. Es algo que te afecta enormemente. Fue por todo ello por lo que comencé a tomar esas pastillas y, de ahí, acabé llegando a la cocaína. Es algo muy triste por lo que asumo toda la responsabilidad y por lo que no busco ninguna excusa”.
Consciente del daño que se ha hecho a sí mismo, Luca Paolini asegura que ha dado el paso, casi seis meses después de aquel positivo, de contar su historia para “poder dar ejemplo y que nadie cometa los mismos errores”.
En esa conversación con la Gazzetta dello Sport, Paolini no esconde que su forma de ser pudo influir muy negativamente en el desarrollo de esta historia. “Gracias al episodio de la cocaína he vuelto a ser persona. Si este es el precio a pagar por volver a sentirme bien conmigo mismo, estoy más que dispuesto a pagarlo”, comenta antes de reconocer que al desarrollo de su adicción pudo ayudar mucho su propia personalidad. “Soy una persona orgullosa incapaz de buscar la ayuda de los demás. Siempre lo he sido. A eso se unió la presión de mi profesión, algo que finalmente acabó por desestabilizarme”.
Paolini explica que “siempre estaba ahí para ayudar a mis jefes de filas, entrenar, correr… vas acumulando tensiones deportivas, el calendario, los errores… todo eso me desestabilizó y ese fue el momento en el que pensé en buscar un medicamento que me ayudara a dormir. Por la mañana me sentía fenomenal, porque la adrenalina de la competición contrarrestaba el efecto del medicamento. El problema llegaba cuando me bajaba de la bicicleta”. Ahora, aparentemente recuperado y consciente de su error, Paolini asegura que sabe que “en el ciclismo se vive una situación muy similar a la de la sociedad en general. La crisis ha hecho que haya menos equipos y, por lo tanto, menos puestos de trabajo. No sé si volveré a ponerme un dorsal, pero todo esto me ha enseñado la lección más grande de mi vida: que debo de buscar ayuda en los demás cuando llegan los problemas”.
Paolini confiesa ahora en la Gazzetta dello Sport que “estuve usando las pastillas para dormir de manera ininterrumpida durante los últimos dos o tres años. Era un adicto. No son una sustancia ilegal y las compraba con una receta normal y corriente, pero nunca tenía suficiente. Intenté dejarlas, pero no lo conseguí. Tuve ataques de pánico, ansiedad, malestar. El peor momento llegaba siempre por la noche. Fue así como llegué a la cocaína. Fue algo casi inevitable que hice sin ser plenamente consciente de ello. Las benzodiacepinas te dejaban sin lucidez. Estaba solo durante la concentración previa al Tour de Francia, que fue cuando tomé la cocaína. Es algo que no podré perdonarme”.
Además, Paolini dice ser consciente de que su caso no es el de una persona normal por el factor ejemplarizante que siempre se le atribuye a un deportista. “Soy padre de familia y un deportista reconocido. Soy consciente de que muchos niños me tienen como un ejemplo a seguir y que le he fallado a esa generación que creía en mí. Eso es lo que más me duele”.
Tras el anuncio de su positivo durante el pasado Tour de Francia, Paolini estuvo internado durante dos semanas en una clínica de desintoxicación de Verona. Ahora sabe que ese punto de inflexión en su vida “mató mi lado deportivo, pero me hizo renacer como persona”. Sabe que “no era algo que podría haber hecho sólo” y, por primera vez “pedí ayuda a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos…”
Ahora relata que “era un esclavo de aquel somnífero. La cocaína me hizo abrir los ojos y ser consciente de mi dependencia respecto de esas pastillas”. Tras ese periodo de desintoxicación que califica como “la victoria más importante de mi vida”, asegura que pudo tomarse “un tiempo para escucharme a mí mismo y, cuando salí de la clínica, apenas me lo podía creer. Había sido un esclavo y he sido capaz de reencontrarme a mí mismo”.