El año pasado el ciclismo del más alto nivel vio, asombrado, como accidentes de corredores causados por las motos de enlace, que en teoría están para ayudar, se sucedieron uno tras otro y en varias ocasiones. Y no ocurrió en carreras menores, ocurrió en Flandes, Tour de Francia y San Sebastián, sin obviar la penosa circunstancia de Peter Sagan en la caótica etapa murciana de la Vuelta a España.
Pues bien, no contentos con ellos, el fin de semana pasado, hemos visto otros dos accidentes, el La Drôle Classic, en Francia, y en la Kuurne-Bruselas-Kuurne. El acontecido en esta ultima se vio además en vivo y en directo, por tele y ante sus compañeros. El motorista no prevé el movimiento del ciclista del Lotto, Stug Broeck, en lo que me parece una triste negligencia, porque si hay ocasiones en las que el accidente es una desgracia, en este caso, no parece que haya disculpa aparente. Pero ¿quién reparte los carnets?
El manager del BMC, Jim Ochowicz, ha enviado una carta a la UCI pidiendo soluciones a esta escabechina. Recuerda la misma persona que culpó a los equipo continentales de las caídas que acontecen en algunas carreras, como si los del Caja Rural, Novo Nordisk o Cofidis, entre otros, fueran idiotas, que ya escribió una misiva con este problema meses atrás, pero nada ha cambiado.
A mí me gustaría saber si esas misivas van con veladas amenazas de parar una competición de una vez por todas, porque este gremio que ha aceptado muchas cosas y ha montado grandes protestas por temas menores, no puede permitir ver como las necesidades de las organizaciones sobrepasan sus derechos quedando en el olvido o en el programa de zaping estos auténticos atentados contra su dignidad.
Una vez más vemos que los payasos del circo, los que dan vida a todo esto pero que suponen el eslabón frágil de la cadena vuelven a bailar con la más fea.