Etixx tilda de “cafres, cobardes y liebres asustadas” a sus rivales

Patrick Lefevere

Patrick Lefevere se mostró muy enfadado / ©Belga

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Cuando Peter Sagan y Michal Kwiatkowski se lanzaron ayer a por la victoria en el E3 Harelbeke, los Etixx-Quick Step de Patrick Lefevere se quedaron, una vez más, sin meter a ninguno de sus corredores en el movimiento decisivo de una gran clásica. Desde que Ian Stannard humillara –no hay término más amable posible– a los Boonen, Terpstra y Vandenbergh en el Circuito Het Nieuwsblad, han sido varias las veces en las que hemos visto como los de Lefevere se quedaban a verlas venir cuando sus rivales más peligrosos decidían romper las carreras.

En este sentido, la cosa se torna todavía más sangrante si repasamos el pasado de la estructura ahora denominada Etixx-Quick Step que, desde los ya muy lejanos tiempos del Mapei, era la que siempre conseguía mover a sus hombres para asegurarse victorias míticas que llegaron a incluir algún que otro triplete en, ahí es nada, la París-Roubaix.

Que ayer los cuatro hombres de Etixx-Quick Step presentes en el grupo de los mejores tuvieran que tirarse los últimos 20 kilómetros de carrera persiguiendo a los dos últimos campeones del mundo –a nadie se le escapaba el hecho de que el polaco fuera, hasta el pasado año, corredor del conjunto belga– fue la gota que colmó el vaso. Con cuatro ciclistas, eran el conjunto con mayor –y mejor– representación, pero ninguno de ellos se metió en la escapada definitiva.

Lefevere, siempre tan expresivo, explotó tras el final de la carrera y calificó a sus rivales de “cafres. Son una panda de liebres asustadas y cobardes”. Durísimo el belga a la hora de explicar lo que sucedió en esos kilómetros finales y porqué, pese a que tiraron con sus cuatro corredores, no fueron capaces de cerrar el hueco. Interesado, claro está, en desviar el foco del hecho de que ninguno de sus pupilos se metiera en la escapada de Sagan y Kwiatkowski, Lefevere se centró en el hecho –lógico– de que ninguno de los demás corredores de la fuga, algunos sin compañeros y otros con sólo un lugarteniente, ayudaran a los suyos.

Pero Lefevere no fue el único en explotar ayer. Tom Boonen, que se quedó sin poder pelear por el triunfo, fue el más diplomático al asegurar que el resto de corredores “tuvo una actitud muy laxa. Corrían para perder”. Mucho más enfadado se mostró Rik Van Slycke, el normalmente tranquilo y afable director deportivo del conjunto belga que estalló ante los micrófonos de la televisión belga. “Si se llaman a sí mismos ciclistas profesionales y aseguran que quieren ganar la Vuelta a Flandes, entonces van a tener que correr de otra forma”.

Lefevere respondía también a todos los que decían que siendo el equipo más numeroso, era su trabajo el de neutralizar la fuga. “Eso es una mierda. Con dos corredores que ya iban muertos hemos podido reducir la ventaja hasta los diez segudos. E, incluso en ese momento, nadie hizo nada por ayudarnos. No tengo palabras para calificar esa actitud. Todos ellos tenían el dorsal que termina en el número 1 [en alusión a que eran los jefes de fila de sus equipos, N.d.A.], pero se conformaron con rodar a rueda”.

Sólo después de mucha insistencia, consiguió la prensa arrancar una leve autocrítica por parte de Lefevere respecto del hecho de que ninguno de sus cuatro corredores se marchara con Sagan y Kwiatkowski. “Nuestros dos mejores corredores tenían esa misión. En eso sí nos hemos dado por culo notros mismos”… un lenguaje pocas veces oído antes en el mánager belga.

Uno de los corredores que no dudó en contestar a toda esta riada de críticas fue Sep Van Marcke, que antes que nada recordó que viajaba sin ningún compañero en ese grupo. El del LottoNL-Jumbo, que reconoció que “estoy orgulloso de mi carrera, pero tengo que mejorar un poco más para tener alguna opción en la Vuelta a Flandes”, aseguró que su táctica era “seguir la rueda de Trentin, pero no se movió en el momento decisivo”. En cuanto a esas acusaciones de no haber ayudado en la neutralización, Vanmarcke explicaba que “no me tocaba a mí hacerlo. Algunos equipos tenían a dos hombres y tampoco ayudaron a los Etixx. ¿Por qué tendría que hacerlo yo?”

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