«Y Verona es capturado a pesar de su gran trabajo», lamentaban los comentaristas en la Vuelta al País Vasco. Las cámaras de televisión daban fe de ello. En Orio fue atrapado a falta de tres míseros kilómetros. O en la etapa de Valls, en la Volta Catalunya, donde fue quinto. Y cuando hay que echar una mano a sus líderes también está ahí. Su papel como ciclista crece. Todo lo que va consiguiendo el corredor de San Lorenzo de El Escorial -residente en Andorra- no se consigue de la noche a la mañana. En lo que va de temporada se ha pasado un mes entero con un dorsal en la espalda. 30 días: People´s Classic, Tour Down Under, Vuelta a Valencia, Tour de la Provence, Ardeche Classic, La Drôme Classic, Cataluña y País Vasco. Calendario exigente para un chico de 23 años que no pone peros a nada: «La verdad es que me he encontrado a un buen nivel desde el mes de enero, he podido tener buenos entrenamientos, continuidad, y excepto una aparatosa caía en Provence, que por fortuna no tuvo consecuencias, hasta el momento la salud ha respetado y eso es lo más importante».
Por eso, sabía que llegaba afinado para sus dos primeras grandes citas. «Tanto en Cataluña como País Vasco he podido estar a un buen nivel. En ambas carreras he tenido mi oportunidad a través de la fuga, en la Volta en la etapa de Valls, donde fui quinto, y en la Vuelta al País Vasco en la etapa de Orio, cuando me atraparon a menos de tres kilómetros para la meta. En ninguna de las dos pude lograr el resultado deseado, pero estoy satisfecho de igual modo, las dos veces me vacié literalmente e hice todo lo que supe y pude para intentar ganar. Me quedo con lo positivo, que es el aprendizaje de verme en ese tipo de situaciones de carrera, y también con las ganas y piernas que tuve los dos días, y es que en la etapa de la Volta se hizo la fuga tras 120 kilómetros de lucha y en la de Orio tras 80 kilómetros en la que estuve absolutamente en todos los cortes».
El escalador madrileño es experto es sacar conclusiones positivas. «Me quedo con la experiencia, con las buenas piernas y sobre todo con las ganas y cabeza que corrí. No solo en Orio, también en la etapa de Valls de la Volta, y en la etapa siguiente de Orio con final en Eibar. Estaba muy cansado del día anterior, pero quería aprovechar el buen momento de forma, y si algo he aprendido es que la cabeza manda, mucho más que las piernas», comenta con un guiño, desvelando un detalle que pudo pasar desapercibido en la quinta etapa de la Itzulia, camino de Eibar: «Viajaba en la fuga inicial de 17 unidades que se formó tras 20 kilómetros de carrera, nada más formarse la fuga pinché, fui superado por el pelotón, cambié la rueda, y después de más de 15 kilómetros de persecución, volví a entrar al pelotón, estuve en los contra-ataques y 30 kilómetros después estaba en la fuga otra vez. Tal vez el día de Eibar estuve mucho más lejos de la victoria que el día de Orio, pero personalmente acabé igual de satisfecho».
Y no sólo eso, Cataluña sirvió para dejar ver otros detalles que le empiezan a perfilar como un hombre de confianza para sus líderes: «La experiencia de poder defender el maillot de líder con Dan Martin en Port Ainé fue muy buena, y creo que personalmente también me ha ayudado a dar un paso adelante como ciclista».
Carlos reconoce estar ya pensando en su próximo objetivo: «Ahora tengo poco más de 2 semanas hasta la próxima competición, el Tour de Romandia, una vuelta de seis días en Suiza, que nunca he corrido pero todo el mundo me ha hablado muy bien. Aprovecharé para descansar, y cargar las pilas, ya que tanto Cataluña como País Vasco han sido dos carreras muy duras», describe. Luego, quién sabe, abre una puerta a una gran oportunidad: «está la posibilidad de correr el Giro de Italia, por lo que una pausa y un toque de frescura seguro que me vendrá bien».
El cuaderno de Verona va engordando. Él lo apunta todo. Desde sus 18 años, cuando ingresó en el profesionalismo nunca ha obviado ningún detalle. Analiza su evolución incluso fuera de la bicicleta. «Creo que poco a poco estoy evolucionando hacia un perfil de corredor de equipo: Me gusta ayudar, disfruto haciéndolo, y creo que no se me da mal. Y cuando tengo mi oportunidad, peleo las fugas. Ahora toca seguir trabajando para ser un corredor de equipo más sólido, y más escalador, y aprender a ir rematando fugas».
© Rafa Simón