El Giro, ese lugar donde el ciclismo se hace arte

Un día más de rosa © Giro

Contador no defenderá su triunfo de 2015 © Giro

Nicolás Van Looy / Ciclo21

El Giro es a Italia algo similar a lo que pueda significar la moda, la pasta o las ruinas romanas. Es uno de sus productos más internacionales. Más cosmopolitas. Un evento tan grande que proyecta la imagen del país de la bota a los cinco continentes. Pero, como todo lo que es motivo de orgullo nacional en el país del arte, el Giro de Italia es, ante todo y sobre todo, una carrera hecha por y para los italianos. Y no. No queremos con esto decir, ni mucho menos, que desde RCS se diseñen los recorridos pensando en beneficiar a los suyos y perjudicar a los ciclistas foráneos (aunque, seguramente, algo de esto habrá en la misma medida en que ASO lo hace en Francia y en España). El Giro está pensado, planificado y ejecutado por y para italianos, sí, pero por y para los aficionados italianos. Porque sólo desde el amor más profundo a este deporte se pueden diseñar recorridos tan emocionantes como los de la corsa rosa. Y sólo una enajenación mental transitoria y colectiva explica el nivel de pasión que alcanzan los tifosi en cada cuneta de la carrera.

Quizás por ello, el Giro de Italia siempre es especial. Incluso cuando la carrera –estas cosas pasan a veces– se vuelve aburrrida, previsible y monótona durante dos o tres días. Y es especial porque si esto sucede, ya estarán los aficionados poniendo a sus propios corredores en su sitio. Acusándoles de no amar la carrera. De no sentir la responsabilidad que en ellos se ha depositado. Porque para el aficionado italiano sólo hay una cosa más grave que no ganar su carrera: no hacer todo lo posible por convertirla en el espectáculo más grande del año.

La edición de este 2016 no será para ellos, pero el Giro de Italia ha querido tener un guiño para un tipo de corredor cuyo protagonismo está muriendo en las grandes vueltas en aras del espectáculo televisivo y las rampas imponentes: los sprinters. Y aunque los escaladores parecen partir con algo de ventaja si nos fijamos en el perfil de las etapas de este Giro, también es cierto que un tipo como Tom Dumoulin, que ya demostró en la pasada Vuelta a España que no es ningún cojo en las cuestas y que sólo la altísima montaña puede suponer un impedimento grave para él, se puede beneficiar, y mucho, de esa contrarreloj muy de su agrado que espera al final de la primera semana.

Pero antes de llegar allí, el Giro se dará un baño de masas en Holanda, un país al que ha visitado con relativa frecuencia en los últimos años y que ha provocado que el pistoletazo de salida, toda vez que se precisará de un día de descanso para trasladar a toda la caravana de vuelta a Italia, se adelante al viernes. Una crono que no tendrá trascendencia ninguna en la general dará paso a dos etapas completamente llanas ideales para los velocistas y… para las caídas, que son el mayor riesgo al que deberán de enfrentarse los favoritos antes de tomar el relevo y convertirse en protagonistas.

Ese momento llegará con la primera meta en alto. Será en la sexta etapa, una jornada corta, de sólo 157 kilómetros, con final en Roccaraso, un puerto de segunda categoría que, si bien no debería de marcar grandes diferencias entre los mejores, ofrecerá los primeros indicios de lo que nos espere en los días siguientes.

La contrareloj ‘larga’ de este Giro de Italia llegará el domingo, 15 de mayo. No tendrá ni un sólo metro llano, pero la mayor parte de sus 40,5 kilómetros son de perfil descendente. Así, esa subida de cinco kilómetros en su tercio final puede suponer una auténtica trampa para todos aquellos que no hayan sabido regular bien.

Y será ese el momento en el que se abra, de verdad, la parte decisiva de la carrera. Sólo la decimosegunda jornada será de relativo descanso antes de la llegada de la 21ª y última etapa. Además, a las temidas etapas de alta montaña que se acumulan en la parte final de la ronda italiana, habrá que sumarle la atractiva cronoescalada de Alpe di Siusi. Tras 4,4 kilómetros de un llano más que falso, restarán otros 6,4 kilómetros al 8,6% de pendiente media y un 11% de máxima a falta de menos de dos kilómetros para la meta.

Y todo eso, sólo un día después de haber tenido que afrontar una etapa dolomítica con el Passo Pordoi, el Passo Sella, el Passo Campolongo, el Passo Giau, el Passo Valparola y el Passo Gardena antes de ir a por un final muy tramposo que, si bien no llega en una cima, pondrá a prueba la resistencia y la visión táctica de más de uno.

Tras el tercer día de descanso no habrá llegado, ni mucho menos, el respiro para el portador de la maglia rosa. Antes de llegar a la intrascendente y festiva jornada final camino de Turín, el pelotón retomará la competición con una jornada más incómoda que peligrosa. Serán 133 kilómetros con el Passo de La Mendola (2ª categoría) y el Fai della Paganella (2ª categoría) antes de una tímida ascensión final a Andalo. Aunque las dos primeras serán ascensiones largas, la dificultad de este día vendrá dado, más que por las cuestas, por la capacidad que cada uno tenga de retomar el ritmo competitivo después del descanso del día anterior.

Y la carrera se decidirá de forma definitiva en la 19ª y 20ª etapas, dos trampas en las que la montaña francesa podría decidir la carrera italiana. Y todo eso, claro está, después de haber cubierto la práctica totalidad de la primera gran vuelta del año y todas las vicisitudes que su ruta nos depara y que por ahora no son más que un enorme misterio para todos.

Alejandro Valverde, actual campeón de España, debutará, a sus recién cumplidos 36 años, en la única gran vuelta que no figura de una u otra manera en su palmarés. El jefe de filas del único equipo español del World Tour viaja a Países Bajos con la intención de iniciar un camino que le lleve a subirse al único podio que le falta para completar su trío soñado.

Pero si hay un corredor español que aspira a todo en este Giro de Italia ese no es otro que Mikel Landa. Tercero el pasado año, abandonó la disciplina de un Astana en el que no estaba convencido de que fuera a encontrar su hueco entre Niabli y el emergente Diego Rosa y apostó por cubrir el hueco que en Sky dejaba el australiano Richie Porte. Tras un inicio de campaña muy dubitativo, su triunfo en la segunda etapa de la Vuelta al País Vasco y, sobre todo, el dominio mostrado en el Giro del Trentino, le han vuelto a colocar en lo más alto de la lista de favoritos a todo.

Una posición privilegiada que comparte, claro está, con su ex compañero e ídolo local Vincenzo Nibali que, conseguida ya la triple corona, vuelve al Giro dos años después y habiéndose subido ya a todos los peldaños del podio final. Y junto a ellos, un Tom Dumoulin que tras perder la pasada Vuelta a España aspira a algo más que a disputarle la primera maglia rosa –en casa– al especialista Fabian Cancellara, que buscará añadir a su colección el único maillot de líder que le falta.

Rigoberto Urán, Ilnur Zakarin, Domenico Pozzovivo, Johan Esteban Chaves, Rafal Majka e, incluso, Omar Fraile son sólo algunos de los nombres que completan una lista a la que seguro que se unirá algún hombre más durante las próximas tres semanas. Por el momento, toca conformarse con este prólogo de tres días que nos lleva a Países Bajos antes de adentrarnos de manera definitiva en los más habituales paisajes transalpinos.

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