Después de haber sido sancionada por un periodo de seis años al haber protagonizado el primer caso conocido de fraude tecnológico en el ciclismo, Femke Van den Driessche ve ahora como la UCI o, al menos, su presidente, Brian Cookson, apunta ahora hacia su entorno como el siguiente objetivo en esta carrera por parar la proliferación de futuros motorgates a través de la política de la tolerancia cero y del miedo.
Cookson, que tras las últimas decisiones de la UCI en torno al dopaje, está viendo muy mermada la credibilidad de su discurso en relación a la lucha contra el dopaje, pilar fundamental sobre el que cimenta su mandato y su aspiración a ser reelegido; ha asegurado que “no me cabe en la cabeza que esta chica haya podido hacer algo así completamente sola”, una teoría que muchos ya han defendido antes llamando la atención sobre el hecho de que la UCI, una vez encontrada la famosa bicicleta en su box, no debía de centrarse únicamente en el castigo de la corredora sino, sobre todo, en destapar toda la trama que pudiera haber detrás.
Ahora, Cookson asegura que “no creo que esto vaya a parar aquí para su entorno” en relación a las supuestas investigaciones que estaría realizando la UCI al respecto. Y este podría ser el motivo por el que la Comisión Disciplinaria de la UCI no ha hecho público todavía el texto con la motivación [reasoned decision] jurídica que la ha llevado a tomar esa decisión ya que, según deja entrever el propio Cookson, esa ‘sentencia’ podría dar lugar a la apertura de nuevas investigaciones. “Si se confirma que hay otras personas sospechosas de haber participado en el fraude, podremos iniciar procedimientos contra ellos”.
Pero todo el mundillo ciclista espera con ansiedad esa sentencia ya que por ahora, todo lo que se sabe es que la sanción a la corredora tiene el día 11 de octubre como fecha de inicio, lo que implica que la UCI y su Comisión Disciplinaria tendrían constancia de que Van den Driessche ya habría usado una bicicleta con motor en la prueba inaugural del Bpost Bank en Ronse.