En la historia del ciclismo ha habido muchos ejemplos, pero la frecuencia con la que se han venido sucediendo los atropellos y accidentes entre ciclistas y vehículos motorizados en los últimos tiempos ha generado un debate al respecto nunca antes visto. Hasta que el en la Vuelta a Flandes del pasado año se produjeran dos accidentes, este tipo de situaciones se habían dado con cuentagotas en las carreras de primer nivel. Pero algo ha cambiado. Desde ese día 5 de abril de 2015, el número de accidentes se ha multiplicado. Tuvimos varios avisos como los protagonizados por Greg Van Avermaet en San Sebastián, Peter Sagan en la Vuelta a España o el propio Stig Broeckx en la Kuurne-Bruselas-Kuurne de este año. Todas y cada una de ellas, levantaron mucho ruido en su momento, pero cayeron en el olvido hasta que durante la Gante-Wevelgem de este año la realidad nos golpeó de lleno y pasó lo que muchos temían: la muerte de un corredor atropellado por una moto en plena carrera.
Ahora, con Stig Broeckx luchando por su vida en un hospital de Aquisgrán (Alemania), el debate se ha vuelto abrir y la mayoría de las voces apuesta por una reducción del número de vehículos motorizados en carrera. La Gullegem Koerse, una pequeña carrera belga disputada ayer, fue la primera en hacer algo y se ha inventado un sistema de way in/way out o, lo que es lo mismo, instaló una serie de lugares en su recorrido por donde los coches y las motos podían salir de la carrera (way out) para adelantar a la misma y volver a entrar en ella por la siguiente zona indicada (way in).
Pero el que más revuelo ha levantado ha sido Tom Boonen que, llevando la contraria a la mayoría de las opiniones dadas hasta ahora, no ha tenido reparos en asegurar y argumentar que la mejor solución para aumentar la seguridad de los ciclistas sería aumentar el número de motor en carrera. Después de 15 años siendo una de las figuras más representativas del pelotón, Boonen se ha ganado el derecho a que sus opiniones sean escuchadas y, al menos sobre el papel, su argumento no carece de una buena dosis de lógica.
“Si hubiese más motos en carrera, no haría falta que nos adelantaran tantas veces”, ha explicado el cuatro veces ganados de la París-Roubaix que, además, hace un gran ejercicio de empatía y defiende a los motoristas de carrera. “El problema es que están muy presionados. Son ellos los que tienen que estar siempre por delante para cortar las calles y hacer seguros los cruces por donde nosotros pasamos después. Si no consiguen llegar a esos lugares a tiempo, entonces hay que parar la carrera. Si se aumentara el número de motos reduciría la presión de tiempo sobre ellos porque, en sí, adelantar al pelotón no es peligroso si se hace en el momento adecuado. El problema es que ahora mismo se ven obligados a hacerlo en todo momento, aunque ese momento no sea el oportuno para los corredores. Introducir más motos sería una medida muy sencilla de implementar y reduciría muchísimo el nivel de nerviosismo entre los motoristas”.