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Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21
El Campeonato de España de fondo en carretera, que este año se disputa el próximo 25 de junio en Cocentaina (Alicante), viene siendo, durante los últimos años, un coto abonado para la estructura del Movistar.
De hecho, durante los últimos seis años (Valverde, Ion Izagirre, Jesús Herrada, Ventoso, Rojas, José Iván Gutiérrez), el equipo navarro ha aupado a uno de los suyos al entorchado nacional (cuestión distinta es la publicidad que luego se otorgue a ese distintivo, casi escondido en el maillot de los “telefónicos”, lo que genera no pocas polémicas). Hay que remontarse hasta 2008, para encontrar al alicantino Rubén Plaza, de aquéllas en el Liberty Seguros, como hombre capaz de romper tal supremacía.
Esta dictadura de victorias de un equipo encuentra parangón, en épocas recientes, en la estructura del Vitalicio Seguros, comandada y dirigida por el hoy seleccionador nacional, Javier Mínguez. Un equipo que nació, en 1998, con el respaldo de la compañía aseguradora, estableciendo un compromiso de tres años que, a pesar de los buenos resultados cosechados por el grupo deportivo, no se vio premiado con la continuidad necesaria (y siempre deseable en este tipo de iniciativas).
Vitalicio tuvo presencia en las tres grandes en el año de su estreno aunque, como es forzoso recordar, no pudo concluir el Tour, debido al abandono de los equipos españoles a resultas de las actuaciones policiales en el marco del, tristemente conocido, “Caso Festina”. No obstante, ese mal sabor de boca, se saldó con tres victorias de etapa en la Vuelta, gracias a la batalla presentada por el ruso Zintchenko. Además, meses antes, Vitalicio se había alzado con la Volta, gracias a un fenomenal desempeño del colombiano Buenahora (el casillero de victorias, por aquello de la historia, lo había abierto el italiano Elio Aggiano en Mallorca).
Ese primer año de vida, el valenciano Ángel Casero se imponía en el campeonato nacional disputado en Jerez de la Frontera. El día fue un episodio de gloria colectiva para el Vitalicio que completó el podio íntegramente ya que a Casero, que venció en solitario, le acompañó Juan Carlos Domínguez y el cántabro Óscar Freire, quien se impuso en el sprint del gran grupo.
Casero, además, se llevaría el bronce en la prueba contra el reloj, en la que Olano y Mauri demostraron ser los especialistas más cualificados.
En la temporada siguiente, la pujanza de Vitalicio se ejemplifica en el Giro de Italia, donde se alza con la clasificación por equipos, gracias a las buenas clasificaciones de su jefe de filas, Dani Clavero (que concluyó noveno en la general final), Zintchenko y el colombiano Buenahora.
Era el preludio del grandísimo Tour protagonizado por Ángel Casero, que finalizaría quinto en la clasificación general, y del derroche de Igor González de Galdeano en la Vuelta (ganador del prólogo y de la etapa de montaña con final en Ordino-Arcalís), que solo se vio superado por el alemán Jan Ullrich.
Unos meses antes, siguiendo la costumbre el año anterior, Casero se había impuesto en el campeonato nacional disputado en Córdoba, adelantándose al Kelme, Roberto Heras y a Joseba Beloki, de Euskaltel. Además, contra el crono, Vitalicio coló a dos hombres en el pódium, Casero y Álvaro González de Galdeano, que se quedaron muy cerca del campeón, Santos González.
Al final de aquella temporada, y de un modo inesperado, en Verona, Freire, con la casaca de la selección nacional lanzaba un demarraje en el último kilómetro y se imponía en el Campeonato del Mundo. Una alegría tan inusitada como desatada. El arcoíris apenas pudo lucirlo en Vitalicio, ya que ficharía ese mismo año por Mapei.
Durante el último año, el 2000, Vitalicio vuelve a portar el líder de una grande, en concreto gracias al checo Hruska, que batió a todos sus contrincantes en el Giro de Italia. Después vencería en otra crono y el equipo se adjudicó dos etapas más, gracias a la labor de Víctor Hugo Peña y Álvaro González de Galdeano. No obstante, y a pesar de estos magníficos resultados, el equipo no pudo revalidar su cetro por escuadras, concluyendo segundos en dicha clasificación.
El equipo no pudo despedirse en el Tour, ya que la organización no le facilitó la invitación. Sin embargo, Álvaro vencería una etapa en la Vuelta a España, siendo uno de los corredores más destacados del último ejercicio del Vitalicio, ya que, manteniendo una más que sana tradición, se impuso en el campeonato nacional disputado en Murcia.
El vasco se escapó del pelotón cuando restaba algo más de diez kilómetros para meta y se presentó solo en la línea de meta. En el sprint del pelotón, su compañero Francisco Javier Cerezo obtuvo la plata por delante del velocista catalán, del equipo portugués Maia, Ángel Edo. El catalán impidió que se repitiera el triplete de 1998, batiendo por escasos centímetros a Miguel Ángel Martín Perdiguero.
En la modalidad contra el crono, y repitiendo el resultado del año pasado, Álvaro González de Galdeano se colgó la medalla de bronce, certificando el idilio que Vitalicio mantuvo con los nacionales, colocando a uno o más de sus corredores durante tres años consecutivos, tanto en la prueba en ruta como contra el crono.