Anda medio pelotón mundial, quizá algo menos, porque la flor y nata estaba en París en la presentación del Tour, por la península arábiga. Tras el Mundial viene el Tour de Abu Dhabi, apasionante competición, y por medio la cena de gala de la UCI donde se dieron varios galardones, entre ellos el de mejor equipo al Movistar Team y mejor país a España, algo que, no hace falta ser ingeniero, está íntimamente relacionado, por cuanto la mayoría de talento que surge en este bendito país va a parar a los azules, que tienen el monopolio del mercado doméstico.
Ahí está el paso de Carlos Babero, un fichaje curioso, pues llega tras la marcha de Juanjo Lobato, quizá hastiado porque los velocistas en este equipo están por añadidura. No obstante con la adquisición del burgalés toma sentido el de Daniele Bennati, algo que en otras circunstancias sería tan complicado de justificar como las llegadas de Gadret y Szmyd.
En la citada gala como digo Movistar se llevó otro trofeo como mejor equipo del mundo a casa. Otro más, no sé cuántos llevan, sinceramente creo que es tan irrelevante a los ojos del mundo como los entorchados de Purito y Valverde o incluso los de España como país, premio que tiene las horas contadas con los colombianos. Hasta que la UCI no cuente con la complicidad de los medios para hacer de esto algo serio y relevante, poco o nada cabe añadir.
Ser el mejor equipo del mundo viste y queda bien serigrafiado en el maillot de la siguiente temporada. Es elegante y sirve para fardar. Entiendo que también a nivel interno, vender que “somos el mejor equipo del mundo” motiva al personal, qué menos, aunque lo explique la persona más inexpresiva del pelotón, el tío Eusebio que dirían por algunos micros que prefieren no ser citados.
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