© Vídeo: Sporza
Cada vez que aceleraba los rivales se preparaban para lo peor y el público, su público londinense, sencillamente enloquecía. Las gradas vibraban y los decibelios de los gritos alcanzaban tal nivel que hacían inaudible la atronadora música que el DJ seguía pinchando inasequible al desaliento.
Su segundo puesto final en esos 6 Días de Londres, junto a su inseparable Mark Cavendish –de nuevo, demostrando que no había nada de cierto en los rumores de distanciamiento entre ambos surgidos antes de Río–, superados por De Ketele y De Pauw, los antihéroes belgas, no restó ni un ápice a la comunión alcanzada durante esa semana de finales del mes de octubre entre el público londinenses y los campeones del mundo. Todo era perfecto y el confeti final regalaba la que en ese momento era una foto de despedida segura. Una última imagen congelada en el tiempo de Sir Bradley Wiggins en el podio de Londres. Una última aparición de su maillot arcoíris en su Gran Bretaña. Entre ese momento y la jubilación definitiva, sólo quedaban los 6 Días de Gante. La fiesta del ciclismo de la ciudad que le vio nacer. Uno de los eventos con mayor solera del circuito de 6 días que ya ganó hace más de una década. Un lugar perfecto para cerrar de manera definitiva su biografía como ciclista en el mismo lugar donde todo empezó.
Pero algo cambió en su cabeza durante esos 6 Días de Londres. Es complicado, muy complicado, decir adiós cuando se tienen buenas sensaciones y buenas piernas. Cuando hace sólo unos pocos meses que se ha pasado a formar parte de la Historia del deporte. Se hace muy cuesta arriba, en resumen, dejarlo todo a un lado cuando se tiene la sensación de que todavía se tiene algo que aportar. Es en ese momento cuando la cabeza juega un papel fundamental. Muchos han decidido colgar la bicicleta teniendo todavía buenas piernas, pero siendo conscientes de que su cabeza no iba a soportar otro año de privaciones y sufrimientos. Los 6 Días de Londres provocaron el efecto contrario en Wiggo. Le infundieron ganas de seguir.
Cuando bajó del podio ayer en Gante la pregunta era obvia: y ahora, ¿qué? La respuesta no ha sido clara. En su pensamiento, salvando las distancias y las circunstancias, una situación muy similar a la de ese Joaquim Purito Rodríguez que ni sabe ni contesta. No sabe si volverá a ponerse un dorsal, pero había dos grandes certezas: no volverá a correr en Gante y, sobre todo, no volverá a compartir carrera con Mark Cavendish. Lo demás, quedaba en el aire.
Durante las últimas semanas, partes más o menos interesadas han insistido en alimentar los rumores de que Wiggins habría llegado ya a un acuerdo con los organizadores de los 6 Días de Amsterdam, Berlín y Copenhague; pero el ganador del Tour de Francia de 2012 no quiere confirmar ni desmentir ninguna de esas informaciones. “Ya veremos qué es lo que ocurre. Lo único que tengo ahora mismo claro es que sigo teniendo muy buenas piernas”.
Ahora que el final se acerca han comenzado a aparecer las grandes cuestiones a las que, al menos de forma concreta, parece que tampoco tiene respuesta. “¿Cómo me gustaría ser recordado? Esa es una pregunta muy difícil. Quizás, como un hombre del pueblo. Un anti-establishment. Pero, ¡ojo!: esto lo dice un tipo con un título nobiliario. Creo que las cosas que digo y hago son contradictorias muchas veces”.
Ya ante las cámaras de Sporza, Wiggins reconocía que “he nacido aquí y siempre ha sido como una segunda casa para mí. Puedo recordar perfectamente el olor del linimento de las piernas de los ciclistas cuando venía a ‘t Kuipke con 16 años y no ha cambiado nada. Siempre es algo muy especial ganar aquí”.
En cuanto a su presencia en Gante durante la última semana aseguró que “siempre dije que quería correr aquí de nuevo por una última vez. Ganar con Mark aquí, después de todo lo que hemos pasado juntos durante los últimos diez años. Quizás no haya sido mi última carrera a nivel individual, pero lo que es seguro es que esta ha sido nuestra última carrera como pareja”.
Al ser preguntado sobre cómo ve su propio futuro ahora Wiggins se limitó a decir que “no lo sé. No estoy seguro si volveré a correr. Lo que quiero sobre todo es disfrutar de este momento. Todavía tengo muy buenas piernas y no quiero decir con rotundidad que se acabó y tener que desdecirme dentro de una semana. Sólo quiero disfrutar del momento”.
No se mordió la lengua Wiggins a la hora de hablar de sus recuerdos de infancia y de su padre, el hombre por el que se hizo ciclista, pero que le abandonó a él y a su madre cuando el ahora Sir tenía únicamente dos año. Un padre que murió en el año 2008, pero que ayer, el mismo día en el que su hijo se imponía por segunda vez en Gante, hubiera cumplido 64 años. “Pienso en él cada día”, comenzaba diciendo Wiggo. “Como ciclista sigue siendo uno de mis grandes ídolos, aunque no sea un gran fan suyo como persona. Como padre fue una auténtica basura, pero me inspiró como corredor. Estoy aquí gracias a él y le estaré eternamente agradecido por ello. Además, me ha dado buenos genes y una mentalidad combativa”.
Y si su padre fue la persona que le inspiró y animó a convertirse en ciclista, Mark Cavendish ha sido, sin duda alguna, el compañero que más ha marcado la carrera de Wiggins. “Somos como hermanos. Hemos pasado un gran tiempo juntos. Haríamos cualquier cosa el uno por el otro. Nos conocemos muy bien. Durante 12 o 13 años hemos corrido muchísimo juntos y hemos disfrutado de un compañerismo fantástico. Hemos sido unos de los grandes, como Patrick [Sercu] y Eddy [Merckx], [Danny] Clark y [Donald] Allan…”.