Mundial CX féminas: Y Cant lloró de alegría

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Sanne Cant es la nueva campeona del mundo / © Twitter

Todo el mundo contaba con que la prueba elite femenina podía ser la carrera más abierta no sólo del día sino de todo el fin de semana en Bieles. Marianne Vos, la holandesa que ya ha inscrito su nombre siete veces en el palmarés del mundial de la especialidad invernal, era la gran favorita después de haber dominado las tres pruebas de la Copa del Mundo en las que ha tomado parte desde que el día 23 de diciembre regresara a los circuitos después de una larguísima ausencia.

Nadie se atrevía a descartar a Sanne Cant, que parecía haber ido me más a menos a lo largo de la temporada, pero cualquier resultado que no fuese un triunfo de la holandesa iba a ser considerado como una sorpresa. Y lo fue. Fue una sorpresa mayúscula porque sólo en los últimos 300 metros de carrera pareció posible que a Vos se le escapara un triunfo que fue suyo durante toda la mañana luxemburguesa.

Cuando las mujeres saltaron al circuito de Beieles la temperatura había subido ya a los 4º sobre el punto de congelación y las continuas pasadas de ciclistas tanto en competición como en entrenamientos durante las horas previas habían hecho de la pista de hielo que habíamos presenciado en las dos carreras anteriores algo mucho más parecido a un circuito de ciclocross. Un circuito, dicho sea de paso, precioso, pero que, efectivamente, estando como está hoy beneficia los intereses de Mathieu van der Poel… pero esa es otra historia y ya tendremos tiempo de contarla.

Estaba la cosa todavía complicada. Había zonas congeladas, pero Cant, Vos, Nash, Brand y las demás encontraron una trazada. Una zona no tan resbaladiza sobre la que transitar. Esa fue su ventaja. Pero esa zona permitía el paso simultáneo, en las áreas más anchas, de dos corredoras. Eso hizo que durante las primeras dos vueltas, cuando todo el mundo se centraba en estudiar a las adversarias y nadie parecía querer romper de manera definitiva la prueba, se produjesen muchas y duras caídas. Rodaban demasiadas mujeres juntas y eso provocó enganchones y peleas por la posición que acabaron con más de una camino del hospital. Quizás, la peor parada fuera la italiana Alice Maria Arzuffi, que se fue al suelo y, no contenta con eso, se tragó literalemente la bicicleta de la corredora que tenía justo delante llevándose un doloroso y muy visible golpe en la cara.

Marianne Vos, puro nervio y ganas de destacar, fue la primera en realizar un movimiento más o menos serio. Aceleró en la cabeza del grupo y aunque no fue nada definitivo sí consiguió que algunas de las principales outsiders se descolgaran y se olvidaran de pelear por algo a lo que no habían sido invitadas.

Con la holandesa se fueron su compatriota Lucinda Brand y la belga Sanne Cant. Katerina Nash cometió un error en el peor momento posible y se vio demasiado pronto en tierra de nadie. Sin poder levantar el pie sabiendo que lo que venía por detrás no le iba a servir de ayuda y demasiado lejos de la cabeza como para pensar en vaciarse para contactar porque el esfuerzo le haría perder cualquier opción de medalla. Así pues, la checa no pudo más que mantenerse viva a la espera de que la dificultad técnica del circuito pasara factura a alguna de las corredoras del primer grupo.

Cant se vio en la peor situación posible. A rueda de Vos –eso es bueno–. Vigilada por Brand –eso es malo–. Con muy buenas piernas –eso es bueno–. Teniendo que cubrir cada movimiento de sus dos rivales –eso es malo–. Con la medalla asegurada –eso es bueno–. Con dos rivales que no iban a permitirle dormir la carrera en espera de Nash –eso es malo–.

Y así, debatiéndose entre las ganas y lo inteligente, Cant lidiaba con la situación como buenamente podía. Y ahí llegó, si hablamos de tácticas de equipo, el gran error de Vos que pudo costarle la medalla de oro a Países Bajos. Atacó Brand. Abrió hueco. Cant, que apostó por cubrir a Vos, a la que consideraba su rival más peligrosa, no la siguió. Entonces Vos hizo lo único que no debía hacer: salir a por su compañera de equipo… llevándose a la belga a rueda.

Vos estaba segura de poder con todo y con todas. Brand se fue al suelo poco después y Vos, ya en la penúltima vuelta, aprovechó un error –una caída– de Cant para tomar los metros que iban a ser definitivos. Todo había terminado. Era imposible que a la holandesa, experta en la gestión de ventajas, se le escapase el octavo arcoíris. Pero ocurrió. ¡Vaya si ocurrió!

Arzuffi se llevó un golpe tremendo / © Ciclo21

Si algo tiene Sanne Cant es perseverancia. Es terca como una mula. Es una ciclista prodigiosa. Una virtuosa de los circuitos. Pero tan proverbial como su capacidad de dar pedales es su cabezonería. No estaba, nunca lo estuvo, dispuesta a entregar el triunfo. Presionó, sin opciones, a Vos desde la distancia. Y entonces, en una zona sin dificultad alguna. Una sucesión de curvas técnicamente irrelevantes, sucedió. El circuito enmudeció durante algo menos de un segundo para resurgir en un rugido ensordecerdor. A Marianne Vos se le salió la cadena y Cant, terca y bella sobre la bici, pasó a su vera. Se aproximó, la dejó a su izquierda, y se marchó. Vos, de un golpe certero y desesperado, metió la cadena en su sitio justo un segundo antes de perder cualquier opción. Saltó sobre la bicicleta e hizo algo que sólo está al alcance de los genios: sacó fuerzas de la pura rabia y se volvió a soldar a la rueda de Cant.

Los buenos aficionados no olvidarán tan fácilmente lo que pasó hace sólo unos meses en Amberes. Aquella loca maniobra, junto a las orillas del Escalda, entre Van der Poel y Van Aert. Pues bien… ya pueden borrarla de su lista de momentos cumbre del año. Aquello fue una bajada. Una curva. ¿Complicado? Sí, sin duda. Pero nada que ver con lo que hemos visto hoy. Subidas, bajadas, curvas, contracurvas, ataques, contraataques… prohibido tocar el freno. Y todo sobre un circuito helado y traicionero.

Cant y Vos, en un baile hipnótico y mágico, rodaban pegadas. Literalmente, parecía que una enorme fuerza magnética unía esos maillots azul y naranja. Hombro con hombro en una pelea hermosa y deportiva. Fair play con el corazón a mil por hora.

Último pequeño repecho. Golpe de riñón. Asfalto y curva a la derecha antes de entrar en la recta de meta. Cant saca su último cartucho. Algo raro. Una especie de paradinha en  la parte alta del bulto en el que el suelo cambiaba de tierra a asfalto. Un parón casi imperceptible para aporrear con toda la fuerza de su pierna el pedal. Un metro. No más. Con esa ventaja entró en la recta de meta y Vos, la victoriosa Vos, la invencible Vos, claudicó. Algo hizo click en su cabeza. Estaba vacía. Rota. Impotente. Y el grito. Un grito que se oyó por encima de esa locura de rugidos y aplausos en la que se había convertido el circuito de Bieles. El grito de liberación de Cant que, ahora sí, es campeona del mundo. Y las lágrimas. Las lágrimas, esta vez de alegría, que recorrían el rostro de la primera campeona del mundo de la historia del ciclocross belga. ¡Casi nada! Vos fue segunda. Y Nash fue tercera, aunque cuando la checa cruzó la meta muchos estaban más preocupados por comprobar si su corazón no había sucumbido a tantas emociones que a conocer el nombre de la tercera pata del podio de esta carrera histórica.

Lucía González fue la mejor española al terminar en 19ª posición a 3:29 de Cant. Aída Nuño no tuvo su día y finalizó su concurso en Bieles con la 31ª plaza a una vuelta de la vencedora.

CLASIFICACIÓN