Superprestigio CX: Van der Poel suma y sigue

Van der Poel fue el mejor en la penúltima prueba del Superprestigio / © Superprestige

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Nicolás Van Looy / Ciclo21

Con tanto a las espaldas y tan poquito por delante, las últimas citas de este invierno ciclista se han convertido en el dramático epílogo en el que Mathieu van der Poel, convencido como está de haber sido mucho mejor que su gran rival a lo largo de toda la campaña, quiere resarcirse del desastre ocurrido hace ahora una semana en Bieles. El holandés, antes de la carrera de hoy había batido a Van Aert en 16 ocasiones –frente a las ocho en las que ha visto al belga entrar en meta por delante de él– intentó, a las primeras de cambio, hacer lo que más le gusta: poner tierra de por medio.

También Tom Meeusen, que se vio fuera de la pelea por el arcoíris en la tercera curva del circuito luxemburgués, se autoinvitó a la fiesta. Ambis, Van der Poel y Meeusen, construyeron una bonita ventaja durante el primer giro al circuito de Hoogstraten, pero fue el campeón de Países Bajos el que pronto se situó en cabeza en solitario.

Fue en el segundo giro cuando Van der Poel cometió el error que marcaría buena parte de la carrera. Justo en el momento en el que por detrás Wout Van Aert aceleró para alcanzar la velocidad de crucero y comenzar la remontada –rodaba con diez segundos de retraso– el subcampeón del mundo se fue al suelo y eso, claro, lo aprovecharon Meeusen, Van Aert y el siempre presente Kevin Pauwels para darle caza y comenzar una fase de la carrera en la que los cuatro irían turnándose en la complicadísima tarea de llevar el peso de una prueba tremendamente complicada en todos los sentidos.

Pauwels parecía el más flojo de los cuatro. En ningún momento se colocó el belga en cabeza y, salvo en las partes más fáciles del trazado, siempre rodó unos metros por detrás de todos los demás. Van Aert y Van der Poel se probaban. Aceleraban uno y otro sin darlo todo, pero sí imprimiendo cada vez un poco más de fuerza a los ataques. La consigna era clara: no gastar demasiado a la vez que se ponía a prueba la resistencia del rival.

Mientras, Pauwels sufría y Meeusen se empeñaba en unirse a la fiesta. Sin tanta fuerza ni convencimiento como sus rivales el de Telenet-Fidea Lions se atrevía, incluso, a tomar la cabeza e intentar tensar la cuerda.

Y así, cuando quedaban cinco giros para el final, llegó un movimiento decidido por parte de Van der Poel, al que, perdidas la Copa del Mundo, el Trofeo DVV y el mundial ya sólo le quedan dos grandes objetivos: la general del Superprestigio y llegar a la cifra de 20 triunfos en este invierno.

El holandés volvió a construir una pequeña ventaja de apenas cinco segundos sobre un Van Aert a cuya rueda se soldaron, por supuesto, Meeusen y Pauwels. Gritaba, desesperado, Van der Poel al paso por el box de material. Pedía 100 gramos menos de presión en sus ruedas. La bicicleta patinaba demasiado y eso lo vio Van Aert, que sabedor de los problemas de su rival aceleró de nuevo un poco más y cuando quedaban cuatro vueltas para el final volvió a soldarse a la rueda de Van der Poel.

Y entonces fue cuando al belga le tocó probar su ración de mala suerte. Intentó adelantar a Van der Poel y justo cuando había tomado unos tres metros de ventaja se fue largo en una curva viéndose obligado, para evitar la colisión con sus rivales, a echar pie a tierra pasando de la primera a la cuarta posición en un abrir y cerrar de ojos.

Pauwels, que había estado escondiéndose todo este tiempo, tomó entonces el mando del asunto. Meeusen metía su rueda delantera en un agujero y torcía su sillín teniendo que pararse para hacer un arreglo de urgencias. Con el de Telenet-Fidea Lions fuera de combate Pauwels vio el podio cerca y decidió que, aunque la lógica decía que el dúo Van Aert-Van der Poel iba a dar buena cuenta de él más tarde, no era mala idea acelerar para asegurarse el tercer peldaño del podio.

Meeusen se retorcía por detrás intentando recuperar los irrecuperables 34 segundos con los que pasaba por la línea de meta a falta de tres giros para el final. Por delante, a la par, era Van Aert el que aprovechaba el primer tercio del circuito, el lugar donde vuelta tras vuelta más cómodo parecía encontrarse, para intentar poner tierra de por medio. Van der Poel, como no podía ser de otra manera, no quiso perderse la fiesta y entonces comenzó el show que todos estaban esperando: la pelea sin cuartel entre los dos grandes dominadores del invierno.

Pauwels aguantaba –aunque haciendo la goma de manera agónica– como podía mientras que, a lo suyo, los dos monjstruos del barro se dedicaban a pegarse entre ellos como si no hubiese mañana. Como si no hubiese habido ayer. Como si los últimos meses no hubiesen existido. Y es que resulta increíble pensar en el cansancio acumulado que deben de estar soportando los dos y, sin embargo, el altísimo nivel al que siguen siendo capaces de rodar durante una hora cada vez que saltan al barro.

Quedaba una vuelta y media para el final cuando Van Aert se la jugó. Van der Poel seguía a lo suyo, o sea, a dar pedales y el belga pensó que sería más prudente cambiar de bicicleta. El holandés se distanció y para cuando el campeón del mundo volvió a salir de la calle de boxes Van der Poel había construido una ventaja de diez segundos que, salvo sorpresón, podía ser más que definitiva.

El último giro lo iniciaba el holandés con 11 segundos de ventaja sobre un campeón del mundo que estaba muy lejos de entregar la cuchara. Eso no va con él, tal y como demostró hace siete días en la cita mundialista. Sólo después de cruzar la línea de meta por última vez es el momento de dejar de creer en las propias opciones.

Sin embargo, por delante Van der Poel rodaba seguro. Segurísimo. Ni una duda se cruzaba por su mente. El holandés rodaba más rápido que su rival y se encaminó hacia su 19º triunfo del año mientras que Pauwels se rehacía para pelearle al campeón del mundo el segundo puesto. Pero el portador del maillot arcoíris es como es: a fondo hasta el final. Y así, inalcanzable Van der Poel, se hizo con la segunda posición dejando a Pauwels, de nuevo, conformándose con la tercera plaza.

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