Cuando una marca se ha mantenido tanto tiempo fiel a un deporte, incluso en momentos muy duros, sólo cabe hacerle la ola el día de su retirada. La empresa de suelos Quick Step, como sabéis, está en la prórroga de su relación con el ciclismo y Patrick Lefevere anda buscando un nuevo mecenas.
Es curioso, QS ha estado en el ciclismo lo que más o menos ha durado Tom Boonen, siendo ésta además la casa del astro belga, quien también cuenta las horas para colgar su bicicleta. De hecho, previo al Tour de Flandes, los empleados de la firma le dedicaron un original acto de despedida a Boonen que habla de lo íntimas que han sido la trayectoria del ciclista con la singladura reciente de la empresa.
Sea como fuere en QS este año se han puesto las pilas, pero bien. Son un rodillo, funcionan como un reloj en todos los terrenos y ahí vemos el caudal de victorias que les ha sonreído. Este miércoles por ejemplo alzaban los brazos dos ciclistas azules casi al mismo tiempo, en la ribera del Escalda ganaba Marcel Kittel y en San Sebastián, David de la Cruz. Creo que el alemán se adelantó unos minutos, pero por poco tiempo no coincidieron al 100% en sus celebraciones.
El año pasado aplaudimos el QS de las grandes vueltas como un equipo resultón que funcionaba a la perfección, sacando partido a cualquier situación y engrosando el zurrón de triunfos cada vez que pudieron. Fue paradigmático su Giro de Italia con Jungels, Brambilla y Trentin, entre otros. Contrastaba con el vacío de las clásicas, clave en el balance de cualquier equipo que dirija Lefevere, donde una y otra vez tropezaban con los mismos errores.
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