Valverde, los datos que explican al genio

Tras medio año sin competir, Valverde celebra su primer triunfo de 2018 / © Movistar

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Cuando los adjetivos y las definiciones se terminan lo mejor, quizás, sea dejar de inventarse nuevas formas de explicar lo inexplicable y rendirse, como hace Eusebio Unzue, a la simpleza y contundencia de la más elemental explicación posible: “Alejandro Valverde es único. Irrepetible”. El directivo navarro, un genio, para desesperación de los periodistas, en el arte de bailar con las palabras, renunció hace ya años a seguir buscando calificativos para su corredor insignia. Cuando los adjetivos y las definiciones se terminan, decíamos, lo mejor es recurrir al dato. A los fríos números que, en esto del deporte, son lo que dan sentido a todo el espectáculo que se genera a su alrededor. Y aunque en ellos se pierde la emoción y la grandeza de las gestas que luego serán recordadas durante décadas, sí explican, de forma muy clara, por qué algunos elegidos serán recordados por siempre.

Alejandro Valverde lleva en esto del ciclismo una eternidad. Desde aquellos años de juventud en los que otros niños que soñaban con llegar a profesionales algún día le bautizaron, para su desesperación, como El Imbatido, hasta los casi 38 años en los que, con algo menos de pelo que peinar y un zurrón de grandes recuerdos a la espalda, debería estar encarrilando ya un mutis por el foro que, año tras año, se empeña en borrar de la ecuación. En 2018, tras más de medio año de parón y con una rodilla recuperada del siniestro total de Düsseldorf, ha vuelto por sus fueros y no son pocos los que, en España y fuera de sus fronteras, sueñan con esa última conquista que, y en eso coincide la gran mayoría, haría justicia final a su figura: el arcoíris en el Mundial de Innsbruck.

Hasta aquella gris tarde de Düsseldorf que se tornó negra en la curva maldita, 2017 estaba siendo el mejor año de la carrera de Alejandro Valverde. Esta afirmación no es nueva y no descubrimos nada al lector con ella. Lo que, quizás sí haya pasado desapercibido es que Alejandro Valverde lleva casi dos años sin terminar fuera de los 50 mejores clasificados en cualquier prueba que ha comenzado.

El próximo día 5 de mayo se cumplirán esos dos años desde que, tras acabar 73º en la segunda etapa del Giro de Italia de un año en el que se empeñó en correr las tres grandes vueltas, el murciano no ha vuelto a verse fuera del simbólico top50. Un logro, si cabe, más espectacular si tenemos en cuenta que en el calendario de El Bala se suman las carreras más lustrosas e importantes del circo ciclista mundial.

Valverde es, claramente, el mejor corredor español de las últimas temporadas. Así lo demuestra que haya conseguido alzarse con el Trofeo Top Ciclo21 durante tres años consecutivos, pero es que, además, hay pocos hombres en el pelotón internacional que, con los números en la mano, puedan hacerle sombra. En 2017, hasta que se destrozó la rodilla contra aquella valla en Alemania, Valverde había sumado 35 días de competición en los que sumó ocho triunfos (sin contar las 3 generales obtenidas en Andalucía, Catalunya y País Vasco). La temporada anterior, en 2016, aquella en la que encadenó las tres grandes, sumó cinco triunfos (más 2 generales) en 92 días. Y en lo que llevamos de 2018 el murciano ha levantado ya dos veces los brazos (más la general de la Comunitat Valenciana) en 9 días de competición. En otras palabras, en 2016 ganó una de cada 18 carreras disputadas; en 2017 una de cada cuatro y en este 2018… una de cada tres.

La cosa es, si cabe, más impresionante si a las victorias sumamos los podios. De nuevo, dejando de lado las clasificaciones generales, tenemos en 2016 acabó entre los tres primeros en 15 ocasiones, es decir, en una de cada seis pruebas disputadas. En 2017 esa cifra se situó en 16 podios, con una media de un top3 cada dos carreras. En 2018, tras 9 días de competición, suma cuatro podios, rozando de nuevo ese 50% de efectividad de la pasada campaña.

Volviendo la vista atrás, vamos a situarnos en aquel 5 de mayo de 2016 cuando, por última vez hasta el día de hoy, acabó más atrás del 50º puesto. Esa manera de correr para divertirse o para disfrutar al que apela tantas veces parece estar devolviendo a Valverde a aquella época infantil en la que era conocido como El Imbatido ahorrando, con su mera presencia, muchos kilómetros de coche a algunos padres cuyos hijos, desanimados, preferían ni molestarse en tomar la salida cuando se enteraban que el de Las Lumbreras iba a ponerse el dorsal. Lo que ocurre, claro, es que hay una gran diferencia entre hacerlo en la Carrera del Pavo de cualquier barrio y todo un Monumento como, por ejemplo, la Lieja-Bastoña-Lieja.

Si nos situamos, como decíamos, en el día de aquel último puesto más allá del top50 y nos ceñimos únicamente a carreras World Tour dejando, una vez más, fuera del cálculo los puestos obtenidos en la general final de las pruebas por etapas, encontramos que el peor resultado de Valverde en este apartado es el 48º de la última etapa de la Vuelta de aquel año. Era, es bueno recordarlo para contextualizar el asunto, el 91º de los 92 días de competición con los que acabaría el año. Tras la paliza de la Vuelta, todavía volvió a ponerse un dorsal en Il Lombardía para acabar sexto.

En ese periodo de tiempo referido, Valverde ha sumado un total de 77 días de competición World Tour (78 si contamos la primera etapa del pasado Tour). En los 53 días World Tour de 2016 su puesto promedio fue el 20º mientras que en los 24 días acumulados en 2017 su resultado promedio en carreras de la máxima categoría fue la 8ª posición. Entre las dos campañas, por lo tanto, su puesto medio en carreras World Tour fue el 16º.

Y si, además, hablamos de clasificaciones generales en vueltas por etapas, encontramos que Valverde ganó el pasado año tres de las cuatro disputadas, acabando 9º en el Dauphiné que, como él mismo explicó, corrió pensando ya en el Tour de Francia. En 2016, además, cabe recordar que acabó 3º en el Giro de Italia sumando, por fin, el último podio en grandes vueltas que le faltaba.

“Alejandro Valverde es único e irrepetible”, repite Eusebio Unzue encogiendo los hombros cada vez que lo dice. No hay explicación más allá de los fríos números. Las cifras que explican al genio… pero que no alcanzan a definirlo porque, como siempre pasa con los números, no son capaces de explicar la pasión y la grandeza que acaban por convertir al genio en un artista inmortal.

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