Mikel Landa © Movistar Team
Dice Eusebio Unzúe sobre su tridente, Landa, Nairo y Valverde, que ha acabado en puestos que su categoría no merecía.
¿Qué significa eso?
Implica que ¿los seis ciclistas han quedado por delante de Landa no deberían estar ahí?
Que ¿Landa es mejor que ellos?
O que, como siempre: la conjura de los elementos juega en contra del Movistar y los suyos.
Sea como fuere el séptimo puesto de Mikel Landa es lo que hay en una carrera, el Tour, que como ellos saben, mucho mejor que nosotros, no perdona, es rodillo y pasa factura en cada esquina.
Mikel Landa se agarra ha que no ha dicho la suya, que incluso ha estado lastrado.
Es que esto es el Tour y todos los grandes han estado lastrados en un momento u otro.
Dumoulin en el Muro de Bretaña, Roglic en la crono por equipos, Froome se cayó el primer día…
El único que ha salido indemne de todo ha sido el ganador. Nada nuevo bajo el sol.
El camino de Landa en el Tour
Mikel Landa llegó al Tour de Francia 2018 con la larga resaca del anterior.
El hecho que quedará a un segundo del podio, de un Bardet que se desfondó, tras trabajar para Froome era el aval para liderar el Movistar.
Pero ¿era suficiente argumento?
Para él sí, aunque desde fuera lo más normar la opción de Nairo, más curtido y con grandes vueltas ya ganadas, si bien con una brutal sensación de haberse estacando.
Mikel Landa como si oyera llover, él iba a optar al Tour.
Tuvo el percance de Roubaix que le perjudicó en los Alpes, pero en los Pirineos, o había secuelas, o no había fuerzas, o sencillamente no había más.
Y ahí es donde radica el problema, en que no haya más.
Mikel Landa, como Nairo Quintana, ha tenido el camino más apropiado para el Tour, para llegar bien, en disposición y con opciones.
No se ha dado y ellos son los que deben saber el motivo, más allá de lo que nosotros podamos pensar o especular.
Porque puestos a especular, lo que hemos visto es un corredor, volviendo Landa, que ha querido pero que no ha podido.
Que sus declaraciones han llegado donde sus piernas no, y que, cuando se armó del valor para intentarlo, a cien kilómetros en la etapa del Tourmalet, se escudó en el trabajo de otros equipos para decir que no le había salido.
Eso, creemos, son excusas de mal pagador.
Decir que el Lotto-Jumbo tiró para fastidiarle la fiesta es poner humo a un Tour muy alejado de lo que prometió.
Los holandeses tiraron para que Roglic no perdiera pistonada, como Movistar ha trabajado denodadamente en la clasificación por equipos y ese objetivo supremo seguro que habrán fastidiado a terceros.
Decir lo primero, pasando por alto lo segundo es contar la versión que interesa.
Me llamó mucho la atención, en la previa del Tour leer gente que el favorito único y casi inequívoco era Mikel Landa.
Nos extrañó porque Landa de capo aún no ha rendido a satisfacción.
Y no es tan complicado comprobarlo. Lo del Tour del año pasado, él mismo lo dice, le vino un poco de rebote, y en el Giro 2015 lo cierto es que al final no se sabía si era él, si era Aru, o como se vio ninguno de los dos.
Lo cierto es cosas tangibles, resultados que hacer valer, de principio a fin, “rien de rien” hasta la fecha.
Y en la vida, son todo trenes que pasan. El año pasado, cuando iba sin cadena, el tren llevaba capitán, Chris Froome, como cuando Roberto Heras corrió sus mejores días con Lance.
Landa es un excepcional ciclista, con un talento que le viene de origen, pero… las cosas no siempre son sencillas, y al alavés creo que el Tour, ahora mismo como que no.
Han quedado seis ciclistas por delante de él, y de esos seis, varios contrarrelojistas que han tenido sólo 30 kilómetros para expresarse.
¿Qué habría sido de Landa en los tiempos de Indurain e Hinault?
El artículo completo, en Joan Seguidor.