La cuarta etapa de la Vuelta repetía el guión de las dos días anteriores. Una fuga temprana de nueve ciclistas rodaba con un margen de cuatro minutos durante buena parte de la jornada. Y ahí el neoprofesional Óscar Cabedo –hermano del profesional Víctor muerto en accidente de tráfico cuando entrenaba- era el elegido del Burgos-BH para entrar en ella y así lo hizo: «El objetivo era que yo cogiese la fuga y lo he podido hacer sin demasiadas dificultades».
Al pie de la ascensión final la ventaja era cercana a los diez minutos, pero para entonces ya se habían producido los primeros movimientos en cabeza. «Cuando me han dicho por radio que teníamos ventaja suficiente y he visto los 36 grados de temperatura que había he tratado de sacar fuerzas de donde fuese», explicaba un Cabedo todavía algo nervioso y dirigido por su hermano José.
King aprovechaba las rampas iniciales para aventajar algunos metros a sus acompañantes. Algo retrasado, Nikita Stalnov (Astana) era el único capaz de seguir la rueda del corredor norteamericano y mano a mano fueron restando kilómetros a la ascensión. Por su parte, Cabedo decidió marcar su ritmo: «Cuando he visto la pancarta de los 12 últimos kilómetros, al inicio del puerto, estaba vacío«.
El castellonense, primer año como profesional, supo dosificar el esfuerzo y dejó pasar los cambios de ritmo que hombres más experimentados como Maté (Cofidis) o Rolland (Education First) realizaban: «Desde el coche me apretaban sabiendo que venían corredores importantes para la general por detrás».
De esta manera, el joven corredor castellonense de Onda (24 años en noviembre) logró ser séptimo en la meta -primer sub-26- de Alfaguara 50 segundos por delante del grupo de favoritos. «Nunca me hubiera imaginado que en mi primera Vuelta a España haría un top diez«, terminaba entre risas.