Con 155 triunfos en su palmarés, es el corredor en activo que más veces ha levantado los brazos. Su estela la aguantan únicamente Mark Cavendish (146 triunfos) y, ya mucho más lejos, Alejandro Valverde (122) y Peter Sagan (110). Ellos cuatro conforman el club de los centenarios, pero a los 36 años André Greipel (Árkea-Samsic) está muy lejos de ser el que fue y, aunque todavía fue capaz de alzarse con ocho etapas en 2018, su sequía, que se prolonga desde el 5 de septiembre del pasado año, preocupa en su nuevo equipo.
Al alemán le ha llevado el Árkea-Samsic hasta Gabón para que en la asequible Tropicale Amissa Bongo pudiera anotarse un buen puñado de etapas y, de esa manera, recuperar la siempre necesaria confianza que los spritners necesitan para autoconvencerse de que siguen teniendo las piernas ganadoras. Pero las cosas no le están saliendo bien y, pese al enorme trabajo y esfuerzo que están realizando sus compañeros, el premio del triunfo sigue sin llegar. Tercero, segundo y quinto son sus números en las tres primeras etapas. “Es muy frustrante. Nuestro estado de ánimo está pagando las consecuencias”, reconocía, entre resignado y molesto, Sébastien Hinault, responsable del conjunto francés.
Hinault no quiso criticar abiertamente a su jefe de filas en Gabón, pero sí lanzó un claro mensaje al asegurar que durante la tercera etapa, la última disputada hasta el momento, Greipel no estuvo a la altura de lo esperado en la única dificultad montañosa del día. “Cuando llegamos a la cima, el pelotón se estiró mucho y André se quedó muy lejos de la cabeza, por lo que el equipo tuvo que trabajar mucho para llevarle de nuevo a la cabeza”.
En cuanto al trabajo colectivo, el responsable del Árkea-Samsic explica que “fuimos capaces de devolverle a los puestos que le permitieran pelear por la victoria, lo que demuestra que estamos en un buen momento de forma” y reconoce que “André está decepcionado porque es un ganador nato”.