El corredor del Burgos-BH -equipo suspendido hasta este 5 de febrero– Óscar Cabedo no podrá debutar en la carrera de su casa, la Volta a la Comunitat Valenciana. El castellonense se cayó el pasado 25 de enero durante un entrenamiento que el equipo llevó a cabo en la concentración en la localidad andaluza de Almuñécar siendo el peor parado de los implicados que se fueron al suelo descendiendo un puerto. «La carretera estaba húmeda y en una curva nos caímos cuatro y me llevé la peor parte. Después me quedé quieto porque sabía que tenía algo y ya esperé allí a la ambulancia hasta un hospital de Motril», relata Cabedo a este medio.
Una fractura en el trocánter mayor del fémur (pierna izquierda) le deja fuera de la bicicleta prácticamente todo el mes de febrero, lo que impide su debut tanto en la ronda valenciana como en la Vuelta Andalucía. Ahora la Volta Catalunya es el primer objetivo en el punto de mira, «pero siempre y cuando esté en condiciones para una carrera de ese nivel. Ya estoy con la rehabilitación e imagino que en tres semanas empezaré a rodar y probar sensaciones. Queda más de un mes».
Al hermano del fallecido Víctor le duele su ausencia en la carrera de su entorno, pero se lo toma con positivismo. «Estoy animado desde el primer momento. Cuando me confirmaron la fractura me dio el bajón, pero los compañeros me contaron sus experiencias y me quitaron el disgusto».
Un suceso del que se cumple casi una semana, pero notificado este 4 de febrero. «Nunca me había roto un hueso y quería tranquilidad y, sin ofender a nadie, no estar atendiendo llamadas esos primeros días. Ahora ya estoy mucho mejor y ha sido el momento de anunciarlo oficialmente. La clave es no perder la autoestima y más no pudiendo debutar en casa, después de haberla preparado con mimo. Espero debutar más fresco y con más ganas ahora. ¿Qué espero de 2018? Dar algún paso más. El año pasado ya di algún destello poder repetirlo. La intención es no estancarme en la categoría».
Una lesión que no fue vista en el primer reconocimiento en el centro hospitalario de Motril. «Me hicieron una radiografía, no vieron nada y me mandaron al hotel. Yo andaba cojo y el médico del equipo me mandó unos ejercicios de prueba. Como no mejoraba, el lunes siguiente -28 enero- me hicieron un TAC en un centro privado donde salió la fractura, de las «bonitas» porque no hubo que operar».
El ciclista de 24 años, como el resto de sus compañeros, ni pudieron estar en La Tropicale ni en la Challenge de Mallorca tras el castigo de la UCI por lo que se concentraron para entrenar y afianzar sus conocimientos antidopaje tras los casos de Belda, Salas y Merino. Un lavado de imagen de cara a la UCI y los organizadores que han de invitar a escuadras como la de Julio Izquierdo y su hermano José. «La verdad es que ha ido muy bien. Hemos hablado del antidopaje sin andarse sin rodeos, reforzado el ABC del ciclismo y se ha agradecido, hemos hecho mucho grupo, técnicas de coaching».
Y entre otras cosas, han incidido en el pasaporte biológico y la plataforma Adams, obligatoria para la segunda división a la que ya pertenecen desde 2018. «Hay cosas que no teníamos idea y nos ha ayudado para no cometer errores como la de las tres faltas en los controles. Creo que nos ha quedado más claro a todos y que el que la hace la paga«.