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Carapez con el trofeo sin fin © UCI
Pablo Palermo / Ciclismointernacional.com / Ciclo 21
Richard Carapaz hizo historia con su título en el Giro de Italia. Pero, lejos de tratarse de una gesta deportiva, según él mismo cuenta, ha marcado una suerte de cambio de paradigma sociocultural en su patria.
«Vengo de un país con una cultura de la derrota, donde la gente está plagada de dudas al punto de no poder tomar decisiones. Cuando me vestí de rosa en el Giro, todos pensaban que me iba a caer o que algo me pasaría porque es imposible que un ecuatoriano gane», contó.
«Yo sabía que tenía una oportunidad desde que fui cuarto en el Giro previo. Me preparé pensando en un equipo para mí, luego Landa se cayó y eso cambió su calendario. Por eso fue al Giro», siguió el aún miembro del Movistar y de Ineos a partir de 2020.
«Siempre trabajé para alguien, nunca he sido líder o compartido con otro los galones. Tomé la presencia de Landa como una chance de aprender, pero siempre pensando en mis opciones, sin ánimo de ofender a Mikel. De todos modos, en la conferencia previa al Giro, nadie me hizo preguntas a mí…», continuó el escalador en The Road Book.
«Los ecuatorianos no ganan, es un dicho en mi país. Y cuando arrancó la carrera y cedí 47 segundos en la crono, luego 46 por una avería y encima me caí en la etapa 2…sentí que el Giro se me escurría. Mi mujer me enderezó recordándome lo hecho por Froome el año anterior. Borré los primeros tres días y empecé de nuevo», confesó.
«Llegaron las montañas, pero todos estaban pendientes de Nibali, Roglic y Landa. Yo era invisible para mis rivales y el público. Y eso condicionó en gran manera la competencia», analizó con gran tino. «En casa, la gente seguía apostando en mi contra en cada pedalazo, incluso de la crono conclusiva. Y yo les probaba que estaban equivocados con cada metro. Los ecuatorianos pueden ganar, soy la prueba viviente», cerró.
