La opinión de Joan Seguidor / Ciclo21
En 2020 se ha producido la mayor incautación de EPO de la historia
La gloria efímera de una foto, el trofeo en una vitrina de casa, la felicitación de las redes, todo eso está matando la esencia de quienes entendemos el deporte a nuestro nivel como algo sano, saludable, eficaz y reparador.
Ayer la operación que la Guardia Civil llevó a cabo nos regaló un déjà vû que no por eso deja de sorprendernos.
Me temo que es más fácil que el Atleti gane la Copa de Europa que salgan nombres de los clientes de este negocio. Que además no serán muy conocidos sino semielite y veteranos, los clientes habituales de estas tramas. https://t.co/cHaNxvmZcG
— Antonio Alix (@antoalix) January 30, 2020
Por que la magnitud de lo incautado es tremenda, es una barbaridad, y es la medida de una sociedad enferma, de auténticos anormales, que explican decisiones como la del Gran Fondo New York, en dispensar 30.000 euros anuales en pillar tramposos, y luego pillarlos.
En ese saco hay de todo, pero entendemos que cuando la trama es tan grande, los nombres que ahí saltarán llevaran apellidos de gente con familia, posiblemente con críos, entraditos en edad y con su trabajo de ocho horas por cinco días a la semana.
¿Qué hace un tío de sesenta años con señora, trabajo y niños ya crecidos con EPO?
Esa imagen es la que se nos viene encima, cuando sabemos de todo esto.
Dicen que es un poti poti de deportes, el ciclismo no obstante es lo primero que la gente normal señalará.
Una sospecha ganada a pulso.
850 dosis incautadas, la mamandurria de la trampa daba trabajo a unos cuantos, desde hace año y beneficios importantes.
No sólo hay un mercado negro establecido que también crece y es emprendedor.
Así el círculo no para, unos listos ven la necesidad de unos cuantos anormales de sacarle brillo a su trabajo de gimnasio, se lucran mientras lo que consumen harán gala de sus logros, su mensaje cala en el de al lado, posiblemente en los hijos,.
Justificar el dopaje es de lerdos, en cualquier nivel, pero cuando sucede entre gente como nosotros, gente normal, de a pie, sencillamente nos explota la cabeza, por que justificar la estupidez no tiene sentido.