Que la reforma del calendario UCI a partir de 2021 es –desgraciadamente- irreversible es algo de lo que no tiene duda nadie. Pero que a medida que van conociéndose detalles sobre el mismo, la sensación de desencanto inicial se torna en preocupación. Y cada vez es más amplio el colectivo que va enterándose a base de hechos consumados y muestra su inquietud.
Personalmente, creo que esta reforma no tiene nada positivo para el ciclismo en pista, mucho más lógico en fechas invernales con menor competencia de la carretera, salvo detalles secundarios que podrían caber perfectamente en el esquema actual. Y se pierden muchos activos y oportunidades.
Por ejemplo, el calendario de la Copa de las Naciones, que se había anunciado en primavera y verano, pasa a ser exclusivamente en los meses de marzo, abril y mayo. De esta forma, queda un amplio hueco hasta el Mundial, en octubre, por lo que se presume que habrá que ir a la caza de puntos en pruebas C1 –sobre todo- y C2 en plena temporada de carretera. ¿Quien va a ir a por ellos, los corredores, inmersos en su calendario principal; las selecciones, con sus habituales carencias económicas o los equipos, en vías de desaparición tras haberles vetado en su escaparate principal?
Los Mundiales se fijan en octubre, salvo en 2023 que debido al Súper Mundial UCI de todas las modalidades será en agosto –Glasgow-. Pero el de Copenhague 2024 tendrá lugar en otoño, es decir, después de los Juegos Olímpicos, por lo que, a falta de concretar el sistema de clasificación olímpica –incluso las pruebas que habrá en París, ya que parece que habrá cambios-, todo hace pensar que serán los Mundiales de 2022 y 2023 los que determinen las plazas de los próximos JJOO.
Por cierto, en el programa mundialista entra la eliminación –ya estará en el Campeonato junior de El Cairo este próximo verano- y se confirma el aumento de la velocidad por equipos femenina a tres corredoras, lo cual supondrá que muchos países –entre ellos España- se queden sin un equipo de garantías. En este caso, el estreno se producirá tras el referido Mundial y se plasmará en la Copa de las Naciones 2021.
Y siguiendo con el Mundial, otra sorpresa que puede tener consecuencias inesperadas: no habrá límite de equipos de velocidad o persecución en el Mundial, es decir, cualquier país podrá estar sin necesidad de tener que clasificar en Copa de las Naciones y otras pruebas como sucedía hasta ahora. ¿Quién tendrá interés de acudir a este circuito? ¿Sentencia de muerte para las pruebas más técnicas del ciclismo en pista?
Por ello, no se entiende en absoluto que en la Copa de las Naciones –que se ha cargado incomprensiblemente la figura de los equipos comerciales- se permita que se puedan inscribir dos tríos o cuartetas por país.
Y otro detalle curioso más: el criterio de elegibilidad de corredores para Copa de las Naciones y Mundiales aumenta la exigencia de puntos, de 250 a 400, suprimiéndose, en cambio, la necesidad de haber competido en una de las mangas de la Copa para estar en el Mundial.
Queda la última pata de la reforma UCI que es la creación de una competición en los meses invernales que se llamará UCI Track Cycling World League, de la que actualmente se está en negociaciones con un organizador, que constaría de competiciones de velocidad, keirin, scratch y eliminación, y que estaría reservada a los 18 mejores sprinters y fondistas en base a los ranking y resultados del Mundial. Una competición que también despierta numerosas dudas ya que la participación sería individual, aunque corriendo con un maillot identificativo del país –no el de la selección-, y cómo se podría captar el interés de los ciclistas al no haber puntos UCI en reparto.