Pablo Urtasun (Urdiain, 29 de marzo de 1980) fue uno de esos ciclistas que se tuvo que abrir camino en esto de dar pedales a base de remar casi siempre contra la corriente. Tocó la gloria con el equipo de casa al llegar a lo más alto con el Euskaltel-Euskadi en 2009, pero la disolución del equipo y el fallido proyecto de compra por parte de Fernando Alonso le obligaron a hacer las maletas y explorar, en el sentido figurado y literal de la palabra, otras opciones y otros pelotones.
Urtasun acabó sus días como ciclista profesional en los, al menos para la mayoría de los aficionados europeos, exóticos pelotones asiático y brasileño, una experiencia que no sólo le dio otra visión sobre este deporte sino, sobre todo, una perspectiva añadida de la vida.
Todas esas experiencias le han convertido en una figura clave e ideal para un proyecto como el de Kern-Pharma, donde ahora dirige las carreras de un buen puñado de jóvenes corredores desde el coche de equipo aportándoles no sólo su saber ciclista sino también humano.
Remontémonos a su etapa como ciclista. La desaparición del Euskaltel-Euskadi le obligó a buscarse la vida en otros ciclismos y aterrizó en el pelotón asiático. ¿Cómo vivió ese cambio?
Todo empezó porque existía la posibilidad de que Fernando Alonso sacase equipo y parecía que podría tener sitio en ese equipo. No quería quedarme ese año en blanco y busqué otras opciones para salvar esa temporada con la vista puesta en regresar a ese equipo de Alonso que, finalmente, no salió adelante.
Muchos corredores españoles, quizás más que ahora, buscaban la oportunidad en el pelotón portugués. ¿Cómo acabó en Japón?
Tenía un amigo allí, Salva Guardiola. Me dijo que estaba buscando un corredor rápido y que me conocía y que le gustaría que me fuera allí con él. Así surgió el primer contacto y luego las cosas fueron como fueron y me quedé un par de años como corredor.
Y de ahí, el salto a Brasil.
Sí. Me marché a un equipo brasileño porque, en principio, me aportaba un calendario más europeo que el que me podían ofrecer en Japón. A priori, para acabar mi carrera era mucho más bonito, pero finalmente ese calendario no se concretó y apenas corrimos aquí.
Decide entonces colgar la bicicleta y ponerse detrás del volante.
Al terminar con el equipo brasileño me llamaron de nuevo los japoneses para ir de director con la idea, sobre todo, de hacer carreras en Europa. La idea era hacer Castilla y León, Asturias, Madrid, Amorebieta, Indurain…
Estuve dos años allí hasta que falló un patrocinador y tuvieron que renunciar al calendario europeo por una cuestión económica. Con esas condiciones, me tenía que pasar allí de seis a ocho meses y era una situación que no me apetecía vivir porque tengo familia y prefería estar más tiempo con ellos.
Ahora que han pasado los años, ¿cómo vivieron usted y sus compañeros todas las idas y venidas del fallido proyecto de Fernando Alonso?
Recuerdo que estábamos en la Vuelta a España cuando empezaron todos los rumores. Parecía que Alonso se quedaba con la licencia del Euskaltel-Euskadi. Luego se supo que no llegó a un acuerdo con el equipo, pero parecía que podría sacar su propio equipo… al final, son cosas que se nos escapan.
Esto es sólo una opinión personal, pero mi sensación es que en ese momento Fernando estaba decidido a dejar la Fórmula 1 y dedicarse a esto porque la bicicleta le apasiona. Pero mientras se producían todas esas negociaciones le salió la oportunidad de irse a Mclaren y decidió continuar. Creo que no le convencía seguir adelante con el proyecto sin poder estar él encima.
Me decía antes que creía que podía tener hueco en el equipo, ¿lo sabe porque llegó a hablar con él o con la gente de su entorno?
No llegué a hablar con él. Sí con gente de su entorno, pero todavía cuando estaba todo muy en el aire y sin concretar. En realidad, no había nada. Existía la posibilidad de que continuase allí, pero no era nada seguro al cien por cien.
Y se marcha a Asia viniendo de un equipo World Tour. ¿Cómo es la adaptación?
Es cierto que es un ciclismo más olvidado que el europeo. La cuna de este deporte es Europa y los mejores corredores están aquí. Las carreras de Asia es verdad que están en un segundo escalón, pero creo que están creciendo muy rápido. En Japón hay cinco pruebas UCI, en China hay siete.
En Europa les llevamos muchos años de ventaja, pero es una renta cada vez más pequeña. Este año, por ejemplo, conseguir una invitación para el Tour de Taiwán no era nada sencillo. Hay equipos europeos como Israel, Nippo… que están corriendo todas las pruebas asiáticas y eso le da mucho nivel a esas pruebas.
Hace unos pocos años ir a correr en Asia hubiese sido garantía de un buen colchón de puntos UCI para un equipo como Kern-Pharma. ¿Ahora sigue siendo así?
No. Es verdad que cuando se instauró el sistema de puntos ganar el Asia Tour era algo más sencillo que ganar el Europa Tour, aunque no te da los mismos puntos, pero, como dices, te da un buen puñado de puntos. Era un sistema que beneficiaba a calendarios como el asiático o el africano. Sirvió para que los corredores de aquellos lugares pudieran dar el salto a Europa.
¿Qué es lo que más llama la atención cuando llega allí?
Culturalmente es un cambio muy grande. Japón, a pesar de ser un país occidental, tiene una cultura que mezcla tradición con lo más moderno. Es un poco chocante. Aparte, claro, está el idioma. Son experiencias muy diferentes. Ni mejores ni peores, sólo diferentes.
Cuando usted llegó allí venía del World Tour. ¿Cómo fue el recibimiento por parte del resto del pelotón? ¿Había una percepción de ellos hacia usted o viceversa de estar a distinto nivel?
No. Desde el primer momento te veían y te ves como un corredor normal. Mi primera carrera se la preparé al sprinter del equipo, que era un corredor que andaba muy bien en pista y, de hecho, consiguió la victoria. Yo, desde el primer momento, me vi como un miembro más de la plantilla que, como los demás, se dedicaba a hacer lo que le tocaba.
En su interior, ¿sentía que irse a Asia era un paso atrás en su carrera o lo vio como un cambio ‘normal’?
Está claro que fue un paso obligado. ¿Paso atrás? Siempre digo que las decisiones que tomas en la vida, acertadas o no, son las que te llevan donde estás ahora. Quizás, si no me hubiese ido a Japón nunca hubiera sido director y, por lo tanto, no estaría ahora aquí. Es lo que hay que tener en cuenta y aprender de lo que se hace bien y de lo que se hace mal.
Yo estoy encantado de la vida. Me acabo de meter en un proyecto ilusionante, muy bonito y prácticamente a la puerta de casa con corredores que conozco y gente joven. A día de hoy no me arrepiento de nada.
Tras su regreso al ciclismo español y europeo, ¿se ha encontrado algo muy distinto a lo que dejó?
Está todo más modernizado. Tanto el estudio de las rutas o de los puertos… ahora se analiza prácticamente hasta el último desnivel. Puedes ver la carretera en Google, su estado, su anchura…
Antes estaba todo menos informatizado, pero la esencia del ciclismo sigue siendo la misma. Conociendo mejor o peor el puerto, el que da más pedales va más rápido y el que no, se queda.
¿Cómo ha vivido estos primeros meses de un proyecto tan nuevo e ilusionante como el del Kern Pharma?
La palabra que más he escuchando desde que me uní al proyecto es ilusión. Ha habido momentos en los que incluso nos hemos tenido que dar un mensaje de calma porque, por muchas ganas e ilusión que tengamos, debemos mantener los pies en el suelo.
Esto no va a ser fácil. Tenemos gente muy joven que en aficionados lo ha hecho muy bien y disputando las carreras y ahora han dado un salto muy grande del que quizás no seamos conscientes del todo. Los que van a estar al lado ahora son Alejandro Valverde, Peter Sagan… es un nivel mucho más alto.
No es un paso sencillo.
Por eso llamamos a la calma. Sobre todo, está el miedo a que te encuentres muy bien y que en carrera no puedas estar con los primeros. Al final, son gente joven que puede no haber vivido esas situaciones porque siempre han estado disputando. Ese es mi principal miedo y esa cuestión psicológica es parte de nuestro trabajo.
Hay que meterles en el día a día y hacerles ver que se irán adaptando día a día. Unos tardarán más que otros, pero es cuestión de tiempo. Lo importante es mantener los pies en el suelo y cuestión de trabajo y sacrificio.
Ese discurso prudente es lógico, pero también es verdad que un equipo profesional, incluso en su primer año, tiene que marcarse unos objetivos. ¿Cuáles son los de Kern Pharma?
No siempre tienen que ser resultados. Nuestro objetivo es que todos se adapten a la categoría lo más rápido posible excepto Enrique, que ya está más hecho. En ese sentido, sí es verdad que con él, el objetivo es conseguir algunos puntos este año.
Luego, a medida que los chavales se vayan adaptando veremos qué objetivos concretos podemos ponerles y a qué podemos aspirar.
Quizás, el punto de partida más positivo de este equipo es, precisamente, nacer de un proyecto tan exitoso como Lizarte.
¡Qué te voy a decir de Lizarte! Sólo hay que ver los corredores que han pasado desde allí al campo profesional y los resultados que han conseguido. Teniendo esa cantera, es verdad que tiene que ser nuestra fuente de nutrición, pero no la única.
Conocer tan bien a los chavales es algo que nos ayuda a mejorar el equipo desde la misma base.