Como ya estamos viendo en la serie ‘Historia de la pista en los Juegos Olímpicos’, nuestra disciplina siempre tuvo una presencia marginal –por no decir notorias e injustificables ausencias- durante buena parte de la historia olímpica. Todo ello cambió en Seúl 1988 y, sobre todo, en Barcelona 1992 gracias al empeño de un grupo de personas, encabezados por Joan Serra, entre los que estaba Pedro Ramis, un abogado mallorquín que quizás a los más jóvenes no les suene, pero que, como coordinador de la Comisión de Pista entre 1986 y 1996, fue uno los grandes artífices de ese cambio, y al que es de justicia conocer y reconocer. Un hombre que trabajó a la sombra y cuya filosofía se resume en un “siempre he querido que los protagonistas fueran los ciclistas”.
¿Cómo comenzó tu vinculación con la pista?
Entré en la Federación Balear en 1982, con Serra. Allí teníamos un gran equipo, con Jordi Cañellas, Toni Cerdá, Tomeu Caldentey, Teo Cabanes… Y la prueba fue en el Nacional de Torrepacheco, dos años más tarde, que con sólo cinco corredores conseguimos cinco medallas
De ahí, el salto a la Española, poco después. ¿Cómo llegó?
A Joan (Serra) le nombraron presidente de la Comisión de pista en 1985, pero el primer año no se hizo mucho. Recuerdo que el 4 de enero de 1986 nos reunimos con Ibáñez Arana –presidente de la Española en aquel entonces- para hablar del tema de la pista y le pusimos una condición: que se comenzara a acudir a los Mundiales, a los Juegos Olímpicos de Seúl –dos años después- y por supuesto a Barcelona, si era finalmente nominada. Arana dijo que sí enseguida, porque a él le parecía bien la pista, aunque al principio no había muchos medios. De hecho, todo el material de pista que había entonces en la Federación lo metió Toni (Cerdá) en el maletero de un 1.430 del equipo Don Perellons, que nos dejaron para recogerlo. Algunos meses después, cuando Barcelona fue elegida como sede de los Juegos –el 17 de octubre de 1986- ya comenzamos a tener dinero, gracias al Plan ADO y a SEAT, para comprar material y para acudir a esas competiciones.
“De la Liga salieron muchos pistards”
Sin embargo, lo que no había eran pistards, ¿no?
Teníamos que hacer concentraciones de 20 o 25 ciclistas y desde edades muy tempranas porque no teníamos corredores, porque nadie hacía pista. Y teníamos que ir seleccionando para Seúl. Por ello, pusimos en marcha la Liga Nacional de Ciclismo en pista. Era un torneo en cuatro zonas, cada una con cuatro velódromos. Había premios y algunas ayudas, sobre todo en los desplazamientos a Baleares. Pero lo mejor es que de febrero a mayo organizamos más de 50 reuniones. Y de allí salieron muchos ciclistas: Alperi, Santos González, Jonathan Garrido, el mismo Moreno… La pena es que poco a poco se fue cambiando la filosofía y se quedó en un enfrentamiento entre selecciones, que no era nuestra idea.
De cara a Seúl, ya se articuló una selección con seis corredores entre los que estaba un jovencísimo José Manuel Moreno, con apenas 19 años…
Recuerdo que fui con el seleccionador –Cañellas- a Chiclana y allí Pepe Alba –uno de los grandes artífices del ciclismo en esa zona- nos presentó a un chico muy joven, al que veía muy buenas cualidades. La verdad es que tenía muchos fallos sobre la bici, pero quedamos con él para verle al día siguiente. Le corregimos un poco la posición y mejoró bastante. Y vimos que podía ser interesante por lo que le llevamos a Palma con la selección. Gabriel Saura fue el que más insistió en que fuera a Seúl, aunque fuese sólo como aprendizaje, para vivir la presión de unos Juegos.
Sin embargo, en aquellos Juegos la estrella fue Bernardo González. ¿Estuviste allí?
No, porque quedaba muy lejos y había problemas con las plazas, con las credenciales porque eran muy limitadas. Pero fue una gran experiencia. Bernardo era un gran chaval y tenía unas facultades impresionantes y mucha hambre por ganar. Además fue nuestro primer fruto, no por la quinta plaza del Seúl, sino por haber ganado dos veces la medalla de bronce en el kilómetro del Mundial junior. Luego pasó a profesionales y ya no siguió, aunque en Atlanta, cuando los Juegos se abrieron, volvió a la selección.
“A Moreno la disciplina de Nietzigorostev le vino muy bien”
De Seúl a Barcelona, con bastantes cambios en el apartado técnico y sobre todo la llegada de los rusos. ¿Cómo se vivió aquello?
Gabriel (Saura) dejó la Federación porque entró a trabajar con la organización de los Juegos, y se contrató como seleccionador al italiano Guido Costa. Pero luego, en 1990, nos dijeron que fichásemos a los rusos, a Alexander Nietzigorostev para la pista y a Genadi Gorunov para la carretera, con Boris Vassiliev como ayudante con las chicas. Alexander era muy trabajador, pero muy exigente. Y las relaciones no fueron fáciles. No voy a hablar mal de alguien que no está, ya que cada uno es como es. Lo mejor es que a corredores como Moreno le vino muy bien, aunque resultase muy duro por la disciplina. A otros, no tanto. Recuerdo que una vez me preguntó Algarra por los rusos y me dijo algo que nunca olvidaré. ‘El que aguante llegará, pero si no aguantan, se quedarán’. En la Unión Soviética tenían cien mil corredores y aunque fuesen eliminando muchos, siempre les quedaban bastantes y al final eran los mejores.
Y llegó Barcelona’92, el delirio. ¿Qué recuerdos tienes?
Algo imborrable. No sólo por lo de Moreno, sino porque todo el mundo estuvo a la altura, independientemente de los resultados. Fue el aldabonazo a esos años de trabajo, la primera medalla olímpica de la pista y, además, la primera de toda la delegación española en Barcelona.
El último ciclo, camino de Atlanta, fue distinto…
Los dos rusos se fueron y se quedó Boris (Vassiliev), que era un gran técnico, pero sin la exigencia de Alexander. Y tampoco continuó SEAT, que fue un gran patrocinador todos esos años. Pero la clave es que los Juegos se abrieron a los profesionales. Ya no había esa ilusión de empezar con chavales jóvenes, sino de que corrieran otros corredores, que tenían otras preocupaciones, como, por ejemplo, sus equipos de carretera. Además Moreno tuvo una caída, se rompió la clavícula y hubo problemas de médicos, ya que algunos querían que se operase pero otros no. Aun así, se consiguieron algunos buenos resultados, como la quinta plaza con la cuarteta o con Juan Martínez Oliver en la persecución. Y el debut de Joan Llaneras en la puntuación, con una actuación muy prometedora, más cerca del podio de lo que el sexto puesto indica. A nivel de organización, nada que ver con Barcelona. No es que estuviese mal organizado, pero todo quedaba bastante deshilachado.
Y a final de año, adiós a la Federación…
Serra no se presentó a la reelección. Y como Joan me llevó, me fui con Joan. Fueron unos años muy satisfactorios, pero un poco duros, porque nunca dejé el despacho de abogados y había siempre mucho que hacer.
“Muy contento y orgulloso de haberme podido despedir en el Mundial de Palma”
Después de aquello, ¿volviste a tener relación con el mundo federativo?
Cuando Andreu Canals entró como presidente de la Balear, me pidió que les echase una mano. Pero no con el tema de pista, sino con el de los reglamentos, y sobre todo con el Comité de Disciplina, que era una labor bastante ingrata porque siempre te estabas peleando con todos. Pero me quedaría el broche de oro.
¿El Mundial de Palma 2007?
Sí. Me hacía mucha ilusión estar en el Mundial de mi tierra, y me siento muy contento y orgulloso de haberme podido despedir allí. Mi cargo era parecido al de jefe de pista. El responsable era una persona de la UCI, pero yo estuve allí durante seis meses, llevando el tema de la coordinación técnica, de los horarios… Y si había algún problema, era a mí al que tiraban de las orejas.
¿Y ahora?
Pues retirado en el campo, y aunque no vivo el día a día, me gusta hablar con la gente. Sigo manteniendo el contacto con Joan y con Gabriel, que tienen ya 90 años, pero que están como dos chavales. Aparte de la pista, fuimos los tres los que pusimos en marcha la Challenge de Mallorca.
¿Y algún otro recuerdo de todos estos años?
Principalmente lo que te he contado ya: Haber colaborado en el nacimiento de la Liga de Pista, que había mucha falta; la vivencia de Barcelona 92 con el oro de Moreno y el trabajo en el Mundial de Palma. Obviamente hay muchas más, pero esto es lo más grande.