“¿De verdad que en Italia os cuesta comprender como es posible que yo haya batido a Cristiano Ronaldo por dos veces consecutivas en la clasificación del deportista portugués del año?” La sonrisa de Rui Costa –nombre completo Rui Alberto Faria Da Costa– es amplia y divertida. Hace apenas dos meses se convertía en campeón del mundo en Florencia y concluyó el primer “verdadero” fin de semana italiano desde aquel día maravilloso: lo ha pasado en Dario Boario Terme junto con el cuerpo técnico y sus nuevos compañeros del Lampre-Merida, el equipo italiano que 35 días antes del golpe irisado (estaba finalizando su contrato) tuvo la visión de quitárselo a Movistar.
-Sí, explíquenos cómo ha podido batir a Ronaldo, que este año “corre el riesgo” de volver a ganar el Balón de Oro…
-Bueno, Cristiano es un atleta formidable, fuertísimo. Está en el candelero desde hace años, ha conseguido muchas metas y siempre le exigen más. Este puede ser el motivo. Antes del Mundial me ayudaron las victorias de etapa del Tour: en el mes de julio, en Portugal, lo siguen todos. De todas formas, espero que el Balón de Oro sea para Cristiano, aunque no lo conozca todavía. Por cierto, ¿quiere saber una curiosidad?
-Dígame.
-Él nació en Funchal, Madeira, y yo soy socio del Marítimo Funchal de fútbol, con quienes en su día entrené en alguna ocasión. Mi compañera, Carla, es de Madeira. Llevamos seis años juntos y las vacaciones suelo pasarlas a menudo allí.
-¿Usted, en cambio, es de Oporto?
-De la zona de Oporto, concretamente de Povoa de Varzim. Una localidad balnearia de 60.000 habitantes, con un puerto antiguo.
-¿Es verdad que su familia tenía una granja agrícola?
-Seguimos teniéndola, siempre en la zona de Oporto. Cultivamos muchas cosas: legumbres, patatas, tomates, lechugas. Yo también he trabajado en ella, siempre he ayudado a mis padres. También la bicicleta es sufrimiento. Estos son los principios que han dado un sentido a mi vida, y lo recuerdo cuando tengo que pedalear y sufrir. Cuando pienso que no puedo más, pienso al esfuerzo que han hecho mis padres en el campo para comprar mi primera bici y que pudiera correr. Mi padre, Manuel, era ciclista aficionado, amaba este deporte, pero no tuvo la posibilidad de ser profesional. Está contento de que ahora yo lo sea.
-¿Qué aficiones tiene aparte de la bicicleta?
-La música. Tocaba la batería con un grupo de amigos. ¡El nombre no lo recuerdo! Hicimos un concierto en mi ciudad. Y después los animales, tenía muchos papagayos. Ahora el ciclismo me absorbe muchísimo y es más difícil dedicarte a otras cosas. Soy activo en las redes sociales y para relajarme miro la televisión: documentales, autos…