La tercera Vuelta a España de Roglic es la mejor y más completa de las tres
Hace no muchos días, alrededor de la Vuelta a España y su historia, poníamos negro sobre blanco la figura de Primoz Roglic sobre la de Tony Rominger.
Jornadas después, Roglic ha igualado al suizo en la cumbre de la Vuelta a España. Tres triunfos en otras tantas participaciones, una especie de idilio ni previsto ni planeado, pero que ha resultado perfecto.
Roglic ha encontrado consuelo y palmarés en la Vuelta a España y ésta ha ganado prestigio con uno de los mejores ciclistas del mundo. Al igual que la referencia suiza, Roglic ha tenido la virtud de hacer mejor al anterior cada triunfo que firmaba en la grande española.
Si miramos la tercera, la que nos ocupa, no le encontramos ni sombra ni matices, empezó dominando ya en Burgos, esa tarde catedralicia en la que llegamos a soñar con el éxito de Alex Aranburu, y extendió su liderazgo a las tres semanas de carrera.
Como Pogacar en el Tour, Roglic ha hecho la Vuelta a España perfecta, modulando sus fuerzas, sabedor que era importante derivar el maillot rojo a terceros que lo defendieran con honor, excelente el Intermaché, para asestar los golpes necesarios en los momentos oportunos.
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