Durante las últimas semanas, el récord de la hora ha tenido un protagonismo inusitado en distintos ámbitos. Desde las exitosas tentativas mundiales de Joss Lowden y Dan Bigham hasta la más modesta- pero también triunfal- de Pep Tatché a nivel nacional, sin olvidarnos del anuncio de Alex Dowsett o la insinuación de Filippo Ganna. Unas acciones que, aunque sean muy distintas, merecen una reflexión general sobre la prueba más dura que se disputa sobre un velódromo… y posiblemente encima de una bicicleta.
Lowden fue la primera en cobrar protagonismo, exactamente el 30 de septiembre, cuando, con 48,405, superaba en casi 400 metros la antigua plusmarca de Vittoria Bussi. Con el máximo seguimiento posible -no en vano, era un intento oficial UCI y eso se nota, aunque sólo sea en la retransmisión- y todo el apoyo de su equipo, y la supervisión de Dan Bigham, que no es baladí como se comprobaría al día siguiente, la inglesa demostraba que la marca anterior, aun siendo lograda en la altitud de Aguascalientes, era perfectamente asumible… Pero la nueva sigue siéndolo, y sólo hace falta encontrar a la candidata adecuada. Y es que hay un puñado de corredoras que podrían afrontar y superar la marca de la corredora del Drops Le Col. ¿Nombres? Pues desde Chloe Dygert hasta Lisa Brennauer, sin olvidarnos de neerlandesas como Ellen Van Dijk o la propia Annemiek Van Vleuten: ninguna de las dos son corredoras muy de velódromos, pero la de Movistar ya estuvo sopesando hace tres años afrontar esta tentativa.
Un día más tarde, y sin tantos medios y con una retransmisión bastante simple, que apenas daba información de tiempos salvo lo que comentaba el excitado speaker, Bigham conseguía la segunda marca de todos los tiempos (54,723), la mejor lograda al aire libre, pero que solo tenía la consideración de récord británico, al no estar el corredor en el programa de seguimiento antidopaje. Una exigencia que limita los posibles candidatos: el corredor cifraba en 8.000 libras lo que tendría que pagar para entrar en el grupo de ‘elegidos’. Sin embargo, con su marca, Bigham probó en sí mismo sus métodos aerodinámicos, optimizándolos para superar la potencia de todo un Bradley Wiggins. Y esa es su mejor tarjeta de presentación por si alguien quiere apoyarle en una futura tentativa en altitud… que no debe tardar mucho.
Y no lo digo por Dowsett sino por Ganna. El británico lleva varios años coqueteando con esta prueba, ya que llegó a tener el récord en 2015, con 52,937 y quiso afrontarla en 2020 aunque al final no lo hizo por contar el Covid-19, o al menos eso fue lo que dijo. Ahora, quiere un último momento de gloria y sabe que debe actuar rápido, por lo que anunció hace justo una semana que afrontaría el récord el 3 de noviembre en Aguascalientes. Una tentativa por todo lo alto como se corresponde con los récords UCI… pero que empequeñecerá cuando el italiano se decida.
El entorno de Ganna ya lleva tiempo ‘preparando la preparación’ este récord, e incluso se estuvo estudiando hacerlo en estos meses de otoño, y ahora parece ser que será a mediados de 2022, por lo que se apuntó en el Festival dello Sport, donde también se dijo que rodó a una media de 57,5 durante 30 minutos y en Montichiari. Números que asustan, que pueden ‘matar’ el récord durante muchos años si se decide a afrontarlo en altitud. Por eso, quien pueda -física y económicamente- que busque un hueco en los próximos meses para intentarlo.
Y la última tentativa fue mucho más modesta, pero igual de reveladora o más, cuando el pasado lunes 11 Pep Tatché establecía una nueva plusmarca nacional, con 44,925, mejorando una marca que no se movía desde 1971, excepción hecha de la de Miguel Indurain, borrada de las tablas por esa interpretación de lo que es y no es una bicicleta por parte de la UCI, y que ciertamente nunca tuvo pretensiones de récord nacional sino de mundial.
Hay quien ha dicho que la marca de Tatché no es digna de ser récord, ya que apenas superó por un kilómetro un récord antidiluviano, y que es un simple aficionado. Y no estoy de acuerdo: es la marca de una persona de 47 años, pero la única que se animó a cubrir un lamentable hueco de medio siglo de ausencia del ciclismo español. Y que lo hizo en plan absolutamente ‘amateur’, aunque la repercusión mediática que ha tenido ha sido muy superior a muchos acontecimientos ciclistas… y con la Federación Española, en su enésimo desprecio hacia la pista, olvidándose totalmente de él, antes, durante e inmediatamente después, con solamente una reseña tras el ‘puente’ del Pilar.
El triatleta catalán, que hace unos días me comentaba que “ya sé donde he fallado, pero eso no quiere decir que lo vuelva a intentar”, me ha señalado a mí en más de una ocasión como el ‘culpable’ de su tentativa, cuando lo único que hice fue señalarle una puerta que estaba ahí, olvidada: el largo y duro camino hasta ella, abrirla y franquearla es mérito exclusivamente suyo, aunque aún le queda una tarea por realizar: Convencer, sin necesidad de palabras, sólo con su gesto, de que ese récord merece la pena ser afrontado de nuevo. Y lo antes posible, añado yo. No hace falta que sea un superprofesional, sino que sería un reto ideal para cualquier joven veinteañero, con buenas cualidades de rodador y una cierta experiencia. Las consecuencias merecen la pena, como el mismo Tatché me ha asegurado.
Y ya puestos, recordar que el récord femenino -que tampoco es récord sino mejor marca- ya ha cumplido 25 años y que a Dori Ruano no sólo no le importaría, sino que le encantaría que alguna fémina española se atreviese con sus 44,158.