Con la disputa del Campeonato del Mundo de Roubaix ha terminado la temporada más larga, y convulsa, de la historia de la pista. Una campaña que se iniciaba en marzo de 2020, tras el Mundial de Berlín, y que se ha extendido durante 19 meses como consecuencia del cambio de temporalidad de la pista, que ha pasado de ser fundamentalmente invernal a mantener una coincidencia de fechas con la carretera.
En este año y medio, la pandemia, y sus muchas circunstancias, ha afectado al calendario de pista, aunque en dos fases definidas. En 2020, se aplazaron los Juegos Olímpicos, se suspendió el Mundial junior y se salvaron los dos Europeos gracias al esfuerzo y la determinación de la UEC, aunque se retrasaron hasta bien entrado el otoño: el junior y sub23, en Fiorenzuola d’Arda, y el absoluto en Plovdiv, aunque con una participación muy escasa.
Por su parte, en 2021 -que seguía siendo la misma campaña- pudieron disputarse todas las competiciones, aunque con un esquema muy distinto al programado. Por ejemplo, el Europeo se movió primero de febrero a junio y luego hasta octubre, con cambio de sede incluido -de Minsk a Grenchen- por razones políticas; el Mundial junior de El Cairo se retrasó desde Semana Santa hasta agosto, y el absoluto, aunque no cambió sus fechas, sí lo hizo de sede, dejando la extravagancia de Asghabat por la seriedad de Roubaix.
En cuanto a la Copa de las Naciones, en su primera edición, estuvo marcada por la escasa participación, con una primera prueba en Hong Kong marcada por una férrea burbuja, una segunda en San Petesburgo, que sirvió para ‘salvar’ la renuncia de Newport y una final en Cali, atrasada por problemas más políticos que sanitarios, aunque la Covid sirviese como justificación, y que obligó a modificar incluso la propia reglamentación. Sea como fuere, el año se salvó, aunque muchas selecciones se vieron afectados en su trabajo y actuaciones.
Ahora se inicia un 2022 post-pandémico, aunque no se pueda hablar aún de normalidad, ya que algunas naciones aún tienen severas restricciones como a la hora de afrontar sus competiciones. No obstante, hasta el inicio de la Copa de las Naciones aún quedan muchos meses, con el protagonismo en próximas fechas correspondiendo a la Champions League, así como a los pocos Seis Días que han conseguido salvarse: Ballerup, Gante y Rotterdam, con las incógnitas de Berlín y Londres, más por motivos económicos que sanitarios.
La Copa de las Naciones arrancará en Glasgow, del 21 al 24 de abril, y están por decidir las otras: una en América y otra en Asia-Oceanía -podría ser Astana- si se mantiene la idea inicial de la UCI, del 12 al 15 de mayo, y del 2 al 5 de junio.
Anadia volverá a acoger el Europeo sub23 y junior, entre el 14 y el 19 de julio, tras haber sido sede de este mismo evento en 2011, 2012, 2013, 2014 y 2017.
El mes de agosto será muy intenso, con la celebración de los II European Championsips, cuyas pruebas de ciclismo en pista se celebrarán del 11 al 16 de agosto, en un velódromo portátil que se habilitará en la Feria de Múnich. Por cierto, ayer se anunciaba el programa y se ponían a la venta las entradas para este evento.
Antes de ello, se disputarán los Juegos de la Commonwealth, del 29 de julio al 1 de agosto en lo referido a nuestro deporte, cuya sede es Birmingham, aunque las pruebas de ciclismo en pista tendrán lugar en London Valley.
Los Europeos coinciden parcialmente en el calendario con los Mundiales juniors de Tel Aviv, del 16 al 20 de agosto, por lo que la lógica indica que éstos deberían aplazarse, aunque todavía no se ha hecho nada al respecto.
La temporada acabará con los Mundiales, los segundos en tierras francesas, concretamente en el futuro velódromo olímpico, en Saint-Quentin-en-Yvelines, del 12 al 16 de octubre, y con la incógnita sobre si serán la primera competición que adjudique puntos de cara a la clasificación en París 2024.