La temporada de Enric Mas es buena y mala al mismo tiempo. Para hablar del año de Enric Mas podemos viajar al inicio de campaña, pues allí se dio una circunstancia que explica qué tipo de ciclista tenemos sobre la mesa. Fue en la Vuelta a la Provenza, bolo de inicio de temporada que, a diferencia de hace treinta años, parece que es el fin del mundo para muchos.
Los Ineos dominan a placer, Iván Sosa gana en el Ventoux, Egan Bernal muestra una cara muy mejorada respecto a 2020 y sabemos de Carlos Rodríguez en primera persona. La carrera en sí, su valor, es lo que es, pero demuestra que en el ciclismo actual no hay tiempos muertos ni carreras de relleno.
No pocas estrellas lo entienden así, es más, desde las primeras competiciones los ciclistas top ya empiezan a repartirse los premios, da igual que sea el UAE Tour o la Estrella de Bessèges, todo cuenta y es bueno para el palmarés. Pogacar gana en la carrera de casa, Roglic se estrena en la París-Niza ganando tres etapas y cediendo la general en la etapa final, Van Der Poel y Van Aert, prácticamente solapan la campaña de ciclocross con la de ruta…
Es la norma del nuevo ciclismo ¿para todos?… no, para todos no, hay unos cuantos que siguen en conceptos de los ochenta, centrando la campaña en lo que se considera lo gordo y pasando sin pena ni gloria por las otras carreras.
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