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Valverde en el podio después de su victoria en la 6ª etapa del Dauphiné 2021 © A.S.O./ Fabien Boukla
Cuesta imaginar al equipo Movistar sin Alejandro Valverde. El murciano afronta su decimoctava temporada en la estructura navarra anunciando que será su último año como ciclista profesional. Aunque ni en su propio equipo se fían de que su anuncio de retirada a 2022 sea definitivo, es innegable que el tiempo de Valverde está cerca de terminar, y esto es un gran problema para Movistar.
Valverde no es solo el símbolo y la imagen del equipo, sino que lo ha sustentado con resultados y victorias las últimas temporadas, cuando se han visto en un vacío de nivel tras dejar escapar a Carapaz, Quintana y Landa al mismo tiempo. Desde el inicio de 2020 hasta ahora, ha aportado el 30% de los puntos UCI de Movistar, una dependencia del líder solo superada por la de UAE con Pogacar (39% de los puntos), Jumbo con Roglic (36%) y Alpecin con Van der Poel (34%).
De hecho, sin los puntos que ha aportado Valverde desde 2020, Movistar lo tendría prácticamente imposible para mantener su licencia WorldTour a final de esta temporada, lo que sería un drama para el equipo más longevo del ciclismo. Estarían en la 20ª posición en el ranking del trienio 2020-2022, que servirá para repartir las 18 licencias WorldTour, a más de 1000 puntos de la salvación.
Es cierto que Movistar hubiera gastado el salario de Valverde en otra estrella, pero el murciano es un seguro de vida y nunca sabes cómo va a rendir otro líder, véase el caso de Supermán López. Cuando peor estaba Movistar, en el inicio de la pasada temporada, Valverde tiró del carro del todo el equipo con una primavera excepcional, entre Catalunya, Itzulia, Ardenas y su victoria en el GP Miguel Induráin.
Las palabras de Patxi Vila en una charla de autobús durante la pasada Volta a Catalunya lo dicen todo: las alabanzas hacia Alejandro Valverde eran pullas hacia sus compañeros, que finalmente acabaron subiendo el nivel durante la temporada impulsados por su líder.
