Tres días y otros tantos triunfos, la mejor racha ha llegado para el Team Ineos: a la etapa de Carlos Rodríguez, se le añadió la Itzulia de Dani Martínez y ahora, la Amstel de Michal Kwiatkowski. No es cosa pequeña.
El polaco no ganaba desde aquella vez que llegó escapado con Carapaz en el Tour, año y medio de aquello, una estadística que habla de lo complicadas que se han vuelto las cosas para esa generación que no hace tanto dominaba toda carrera en la que competía.
Hablan Ares y Alix de, entre otros, Van Avermaet y Terpstra, entre otros, como ciclistas de esos que lo fueron todo, pero que la inercia del ciclismo habían descolgado.
Por eso, cada triunfo como esta Amstel de Kwiatkowski tiene un sabor especial, único, como Kristoff, ganando el otro día, que estos ciclistas asomen la cabeza, en medio de la jauría que se apoderó de todo, tiene mucho mérito.
No lo tenía fácil esta Amstel, con la jornada que cerró la Itzulia, 24 horas antes, o el desenlace al que muchos aún le dan vueltas entre Pidcock y Van Aert, del año pasado.
La carrera fue sencilla, sin matices: la clave estuvo en el corte que puso dos Ineos en mayoría. Con Kwiato, iba el mismo Pidcock, para llevarse las miradas y el marcaje. Ni VDP estuvo súper.