‘No hace tanto señalábamos en el calendario la Challenge de Mallorca como el inicio de la temporada ciclista’. Con esta frase comenzaba mi última entrada y a ella vuelvo para recordar, desde otra perspectiva, cuán diferente era el pistoletazo de salida en una época no tan lejana. En las dos décadas anteriores, las escuadras especializaban a una serie de ciclistas para empezar fuerte la temporada. Eran corredores de calidad que gozaban de su oportunidad en las primeras carreras del año, pero con el paso de las semanas y de los kilómetros, a la par que iban afinando sus líderes, recuperaban sus roles de gregarios o ciclistas de equipo.
El ejemplo más claro era Francis Cabello. Pero también se puede meter en la misma cesta a Toni Colom, Stefano della Santa, Juan Carlos Domínguez, Javier Pascual Rodríguez, Javier Pascual Llorente, José Luis Rebollo o Iván Gutiérrez. Ellos asumían el protagonismo en los dos primeros meses de la temporada, un periodo en el que era difícil ver competitivos a los primeros espadas, salvo a algún ‘once’ puntual como Laurent Jalabert, Alex Zülle o Melcior Mauri. Eran los tiempos de los ‘entrenamientos con dorsal’, cuando los grandes capos se dedicaban únicamente a rodar y a dar lustre a las carreras con su sola presencia.
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