Mundial cyclo-cross elite: Stybar gana por KO en el 8º asalto

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

No ha habido, en los últimos años, un Mundial de cyclo-cross que llegara con tanta épica. La incógnita mantenida por Zdenek Stybar en torno a su participación o no en la carrera de Hoogerheide únicamente añadía más leña a ese fuego que hace la espera de cualquier gran evento deportivo merecedora de mantener la atención del púbico. El favoritismo de Sven Nys, recluido desde principios de año en Mallorca preparando la cita holandesa. Un público local que, por fin, tenía en Lars van der Haar a un serio candidato al título, algo que no ocurría desde la época del otro Lars, Boom. Pero, lo que finalmente hemos podido ver –disfrutar– esta tarde, ha superado todas las expectativas. Un auténtico combate de boxeo entre el dominador de la temporada, Sven Nys y el routier que volvió, por un día, a sus orígenes.

No hubo en el Mundial 2014 de Hoogerheide ni un solo momento de respiro. Todos sabían –o confiaban– que sus opciones pasaban por romper la carrera lo antes posible para dejar a sus rivales fuera de juego. El primero en intentarlo, desde el mismísimo pistoletazo de salida, fue el francés Francis Mourey. El ocho veces campeón de Francia, que sigue sin aprender la lección de no dejarse tantas fuerzas en los primeros compases de la prueba, intentó abrir hueco ya en la primera curva, pero, evidentemente, sus grandes rivales no se lo iban a permitir. Lo que sí consiguió el corredor galo fue hacer la primera gran selección. No había terminado la primera vuelta y la nómina de candidatos al triunfo final se había reducido a media docena, de los que ya estaba claro que dos de ellos estaban un paso por delante de todos los demás.

Aunque daba la impresión de que Nys estaba estudiando a Stybar, el checo no se escondió en ningún momento. Muy confiado en sus posibilidades, no dudó en ponerse delante y tirar, junto al corredor de Baal, para seguir reduciendo ese grupo de favoritos hasta que se quedaron con la única compañía de Mourey y Van der Haar.

En el tercer giro, un acelerón del checo soltó a Mourey y puso en serios aprietos a un Van der Haar que apenas pudo aguantar junto a Stybar y Nys una vuelta más. Fue a partir de ese cuarto giro cuando la carrera cambió por completo. Hasta entonces habíamos asistido a un espectáculo bonito, pero nada distinto o sobresaliente si lo comparamos con cualquier otra gran cita del año, pero una vez que los dos mejores corredores del momento se quedaron solos, empezó el show que hará de este Mundial uno de los más recordados de los últimos años: un auténtico combate de boxeo entre dos pesos pesados del ciclocross mundial.

Sven Nys sabía que no podía llegar con Stybar a la línea de meta. Que su velocidad punta, y menos a sus 37 años, no aguantaría un sprint contra el checo. Por ello, tiró de repertorio para intentar meter algo de distancia entre ambos. Primero, lo hizo con una serie de golpes directos. Rápidos. Sin mucha fuerza, pero sin dejar respirar al rival. Se puso delante y aumentó el ritmo. Cada vez un poco más rápido. Todos reventaban por detrás, incapaces de recuperar un solo metro, pero Stybi no daba señales de flaqueza. Encajaba cada golpe sin inmutarse.

Luego fue el checo el que pasó a la ofensiva. Como Nys, optó por una acelerón sin grandes golpes directos. Su estilo, eso sí, era más duro. Más primitivo que el del belga. Ataques algo más secos, pero lejos todavía de esos hachazos que dejan al rival esperando la cuenta. El primero en intentar que su rival besara la lona antes del final fue Nys. Lo intentó en varias ocasiones, pero Stybar se soldaba a su rueda. Incluso, parecía disfrutar con aquello. Si el belga abría un hueco de apenas unos metros ante el alborozo de los miles de aficionados que se habían congregado en el circuito, Stybar no tardaba en demostrar que no había cedido. Que lo tenía todo controlado.

Ya en el séptimo y penúltimo giro vimos el primer y, quizá, único momento de flaqueza de Stybar. Lanzó un durísimo ataque, pero su puñetazo acabó quedándose en el aire cuando trazó mal una curva y cayó al suelo. Nys tuvo que evitarlo como pudo. “Flotando como una mariposa”, que diría Mohammad Ali bajó de su bicicleta, saltó por encima de Stybar y volvió a subir en ella en apenas unas décimas de segundo. Ese fue el momento preciso en el que Nys tuvo la carrera a su alcance. No se compadeció de su rival y lanzó una serie directa al rostro. Durísimo el ataque. Parecía que incontestable y definitivo. Pero no. Stybar se rehízo, aunque solo para recibir otro puñetazo casi seguido. Alcanzó al belga sólo para ver cómo este volvía a abrir hueco. Uno un poco más grande. Parecía que se iba Nys cuando los dioses del ciclismo hicieron justicia y le castigaron por su acción anterior. También él dio con sus huesos en el suelo. Sin consecuencias físicas, pero sí estratégicas. Stybar volvía a unirse a él.

Llegábamos a la octava vuelta. Al octavo y último asalto de un combate que, a estas alturas, ya se había convertido en histórico. Una reedición de aquel ‘Rumble in the jungle’, pero mucho más al norte. Y daba la impresión de que todo iba a acabar en un sprint. En una victoria a los puntos. Pero tanto Nys como Stybar querían vencer a lo grande. En solitario. Ambos se empeñaron en ello y ofrecieron un espectáculo dantesco. Hasta que el belga cometió un pequeño error. El hombre que nunca falla en el último giro. El ciclista que se caracteriza por mantener la concentración y su superioridad técnica sobre sus rivales en los tramos finales de las carreras. El Caníbal al que le encantan esos últimos metros para destrozar a sus rivales, acabó cometiendo un error en el último tercio de la vuelta. Stybar, pletórico, lo vio y apretó un poco más los dientes. Y fue en ese momento cundo lanzó el golpe definitivo que impactó de lleno en un Nys que supo que había perdido el combate.

En la recta final, Stybar levantaba los brazos en solitario, vencedor por un rotundo KO ante el defensor del título y gran favorito para revalidarlo. Nys, derrotado, se conformaba con la segunda posición y Kevin Pauwels completaba, de manera casi anecdótica –perdón por la blasfemia– el podio que, en realidad, ya llenaban los dos grandes protagonistas del día. Alguien dijo alguna vez que sólo la grandeza de tu rival puede poner en valor tus propias victorias. Si eso es cierto, la de hoy es, sin lugar a dudas, una de las más grandes victorias de Zdenek Stybar y, a la vez, una de las más dulces derrotas de Sven Nys.

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