Hace apenas unos días, la llamada de Javier Guillén me hizo despertar de la pájara de ciclismo femenino que me acompaña los últimos años.
Estoy cansada de escuchar siempre lo mismo: “que las chicas no se comprometen”, “que nosotras no colaboramos”, “que por qué no pagamos por correr las carreras”, etc.
Al terminar mi carrera deportiva (2005-2006), presenté un proyecto de ciclismo femenino al CSD para fomentar las licencias de féminas. Era un proyecto que pretendía enganchar a las infantiles y cadetes que abandonan la práctica del ciclismo y motivarlas para llegar a la categoría élite, de modo que el pelotón femenino se incrementara de treinta participantes a más del doble en cuatro años. El proyecto gustó, caló y fue aprobado por parte del CSD y de la Federación. En un principio, a Fulgencio (el presidente en esa época) le costó aceptarlo, pero terminó haciéndolo. Llevamos a cabo cuatro concentraciones para las categorías de cadetes e infantiles durante las vacaciones escolares con todas aquellas federaciones que tuvieron interés por ello (solamente la catalana puso piedras en el camino).
Durante el año 2007, más de setenta chicas disfrutaron de la BTT en Béjar, de la bici de pista en Toledo y de la de carretera en Cuenca y en Mérida. Ahí estaban Gloria Rodríguez, Tania Calvo, Ana Usabiaga, Dorleta Eskamendi, Mar Manrique y otras muchas corredoras que se lo pasaron bien y aprendieron cosas como hacer relevos, montar en pista, correr a pie o hacer estiramientos. Ellas disfrutaron, y Azucena Lozano y yo vivimos nuestro sueño de poder ayudar al ciclismo femenino durante un año. Pero lo triste es que al final sólo fuera uno, porque dicho proyecto debía haberse llevado a cabo también durante los tres siguientes. A la llegada de Carlos Castaño a la presidencia de la RFEC, comandada por Carmen Mas (vicepresidenta de la Catalana) y Carmen Ramos (secretaria de la RFEC), el proyecto desapareció del mapa y se decidió que Azucena Lozano y Dori Ruano eran personas non gratas para trabajar por el ciclismo femenino. Todavía me pregunto: ¿qué error cometimos, si las chicas y sus padres todavía hoy en día siguen “haciéndonos la ola”?
Durante 8 años (2003-2010) estuve al frente de una escuela de ciclismo masculino y femenino, donde siempre intenté que todos fuéramos CICLISTAS. Las chicas hacían lo mismo que los chicos. Para mí eran iguales unos y otros, y así se lo transmitía tanto a los alumnos como sus padres, a pesar de que muchos de estos últimos no lo vieran así. Durante ese tiempo me enfrenté con organizadores porque los premios eran, en algunos casos, inexistentes para las chicas: debían competir con los chicos y, si les ganaban, podían conseguir su trofeo, su maillot, su premio, etc. No existía el Campeonato Regional de Castilla y León femenino en ninguna de las posibles modalidades (pista, carretera y BTT) porque, según el presidente de la territorial de la Federación Ciclismo de Castilla y León, las chicas participantes eran muy pocas. Ante esto, yo me preguntaba: “¿hacemos acaso algo para que las chicas se animen más a acudir? ¡Si no tenemos siquiera un maillot de Campeona Regional! ¡Como para motivarse a competir!” Las chicas estaban obligadas a correr con una categoría inferior de la masculina y, si eran capaces de ganarles a los chicos (más pequeños que ellas), les daban el maillot de campeón egional. Durante esos años, las chicas de la Escuela de Ciclismo “Dori Ruano” estaban a un nivel muy alto, puesto que entrenaban con los chicos, así que, durante algunas temporadas, estuvieron consiguiendo el maillot masculino (lógicamente, de una categoría inferior).
A mí, todo ello me parecía una locura, algo surrealista. Hablaba con unos directores y con otros de ciclismo, y nadie decía nada. A todos les daba igual. Le volvía a pedir y a suplicar al Sr. Presidente que hiciera algo para cambiar la situación, pero sólo obtenía negativas y malas caras.
Muchos días llegaba a casa abatida, hundida y sin ganas de luchar. Eran piedras en el camino y molinos de viento con los que me enfrentaba constantemente. Las chicas lloraban porque no querían correr con las categorías inferiores de los chicos, y éstos lo hacían a su vez porque las chicas les arrebataban los maillots de las suyas. Era algo ilógico e irreal, que me agotaba físicamente.
El Sr. Presidente de la territorial, al cabo de unos años, instauró el Campeonato Regional de Carretera (no el de BTT ni el de pista).
Desde mi retirada, he luchado y me he enfrentado con organizadores, presidentes (y presidentas) del mundo de ciclismo por la igualdad de las corredoras. Hace un par de años que decidí dedicar mi energía a las carreras populares de atletismo, donde la palabra igualdad ya no existe porque no es necesaria. Y, al menos en el nivel en que estoy en este momento (popular), disfruto mucho. Miro al ciclismo femenino de reojo, sin dejar de seguirlo ni practicarlo, pero con mucha pena y un poco de resignación al ver la incompetencia de sus dirigentes, que utilizan la excusa barata de que la crisis azota el deporte.
Siento vergüenza al mirar el calendario femenino nacional (cuatro competiciones), y siento más vergüenza aún cuando a los dirigentes se les llena la boca de palabras: “tenemos que poner al ciclismo femenino en el lugar que se merece”. Siento vergüenza de que cada dos por tres se estén sentando para buscar soluciones y nadie dé un puñetazo encima de la mesa, diciéndoles cuatro cosas a los señores federativos.
Para empezar, las competiciones de chicas han de hacerse en el mismo escenario que los chicos (carreras de juveniles masculinos, conjuntamente con las de las élite femenina; carreras de cadetes masculinos, conjuntamente con las de las juveniles femeninas), con los mismos premios y mismos recorridos; para terminar, vamos a darles a las féminas la misma DIETA económica que reciben los hombres profesionales por acudir a un Campeonato del Mundo (ahora son 2.400 euros para ellos, y tan sólo 1.000 euros para las chicas). Vamos a dejarnos de pamplinas y hablemos claro: IGUALDAD YA, pero desde la RFEC, que es la que tiene que marcar las directrices del funcionamiento correcto de mi deporte.
Gracias, Javier Guillén, por llamarme y pedirme consejo para organizar en la Vuelta a España una carrera para las chicas ciclistas. Gracias por despertarme de la pájara que llevaba de un tiempo a esta parte. Espero ayudar en todo lo que se me pida, como exciclista y como mujer que lucha por la igualdad.