6ª Tour Francia: El tapanapias

Groenewegen, con sus peculiares gafas aerodinámicas, festeja su victoria en Dijon © Jayco AlUla

Rafa Mora / Ciclo 21

Con los 350 euros que vale el tapanapias de Groenewegen, ustedes, y cualquiera, se compran unas ruedas, un rodillo de segunda mano bien, una gorrita, unos guantes, un culotte y hasta un maillot si buscamos con tiento. Repito: con tiento, porque si nos ponemos sibaritas, da para poco. Ciertamente, si cualquiera lo viera por la calle, o un neófito de esto pusiera la tele y apareciera el neerlandés de tal guisa, pensaría que esto es como cuando el futbolista de turno se parte la nariz y le colocan una protección. Al mismo tiempo, ustedes pensarían que esa protección qué sentido tendría en caso de impacto, y acto seguido aparecería el sentido común para dejar de dar explicaciones a algo en lo que no ganan ni siquiera la estética ni la aerodinámica, sino el exceso de materialismo galopante.

Dicho todo esto, por inevitable, hablemos de ciclismo de verdad, el que hoy se ha visto a esa manera de etapa llana, con una cotita allá en la lejanía que ha servido para ver al noruego de los topitos lucir palmito un rato, hasta que él y el compañero de fatigas que tampoco se ha animado han vuelto a casa a echar la tarde. Luego, pues que si rotondas, que si cambios de carreteras, que si a ver si el viento anima esto, pero al final, nada. Lo más interesante, fíjense, es la broma y el chascarrillo, que si he dormido 40 kilómetros, no llega a una hora de siesta, que si ayer fue menos y cosas de esas.

Un tostón, vaya, de esos días en los que hay que darle la razón al bueno del juntaletras Nico Van Looy cuando me echaba unas broncas tremendas mientras yo le intentaba convencer de que, en el seno del pelotón, siempre pasan cosas. Y sí, que si codazos y gritos y eh, que voy, no puedes pasar, que sí, que me dejes, que no, y tal. Pero es que hoy, ni eso. Formación en cuadro y un representante de cada equipo al frente, ni en flecha ni nada, como el morro de un camión contra el viento, y como este no apareció para ver si se jugueteaba, pues al final, vaya toda la razón para Nico.

Así es que hoy ha sido un día de descanso para los favoritos, y mañana es un día de miedo. Miedo a que alguno de los grandes dé una estocada seria, miedo a que una crono individual tan lejana al final del Tour abra distancias aparentemente insalvables, y miedo a que pasen cosas que no queremos, después de un par de días de rodar a cuerpo de rey envuelto por los tuyos. El miedo que tengo yo es que, como suele ser habitual, llegue el día de la primera crono individual en el Tour, ese escaparate tan grande, y algún equipo saque a relucir algo más extraño que el estropicio nasal de Dylan. Uy, espera, que me acabo de acordar del casco estrafalario de los Visma. Miedo me da.

Viva el Tour.

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