A 100 kilómetros de meta, cuando Tadej arrancaba, sí, a 100 de meta, de verdad, y parecía, no sé, una broma, una prueba, un a ver qué pasa por juguetear y tal, en la app de RTVE Play se veía la carrera pero sin comentarios mientras por la tele aún no conectaban. Y cuando el mundo ciclista, ojiplático ante lo que pasaba, salivaba ante la salvajada que proponía el esloveno, entre ese sonido de ambiente del gentío, el helicóptero, las motos y tal se coló sin querer la voz de Carlos de Andrés que preguntaba por vía interna, pero no, por el responsable de turno y, al contactar, saludaba y añadía a su compañero que, vale, que en Teledeporte estábamos viendo “un himno” -el piloto Álvaro Bautista había ganado la carrera de Superbikes en Alcañiz- mientras el locuelo Pogaçar lanzaba el mayor órdago que se haya visto nunca en la historia del ciclismo.
Y era eso: historia. Esas cosas que escriben los genios y que, además, la forjan para siempre grabada a fuego por su belleza, por su improvisación, por su desvarío y por el hecho, en sí, de dejar absolutamente descolocados y sin saber ni qué decir a todos. Y entre esos todos, los primeros sus rivales, que no reaccionaron, que debieron pensar, chaval, pero a dónde vas, alma de cántaro, con la tralla que queda. También los periodistas que, en fin, ya no sabemos ni qué decir de este mago. Porque, ¿en qué cabeza cabe todo esto, Tadej?
Es que esto es muy loco, muy extravagante y profundamente impensable, porque si bien todo el mundo sabía que era el máximo favorito, oye, pues guardas, controlas y en la última vuelta, o en la penúltima vuelta, venga, si me apuras, para la galería y hacerlo a lo grande, atacas, te vas, ganas y maravilla. Pero no, gente, no, este chico tenía dos planes en su cabeza. Uno era el del equipo, que según han manifestado era hacer eso: control y atacar más cerca de meta, con Tadej, claro. Pero Tadej, además de ese plan, por lo visto en su interior tenía otro que ni siquiera sabía. Parece increíble pero efectivamente él mismo ha catalogado su ataque de “estúpido”, y claro, en eso está el genio, en lanzarse y preguntarse a dónde voy, pero voy.
Siendo como parece un chiste, una resolución de una película o algo que sueñas y crees que es factible pero en el fondo sabes que no, con Tadej estas cosas no son así. Son de verdad. Muy de verdad. Así pues, el esloveno hizo su marcha, a 100, sí, jaja, y fue quemando kilómetros y fuerzas, que también, para por lo menos decirle al mundo que, sí, es el mejor, sí, lo merece, sí, vaya exhibición, pero también tuvo que sufrir – ¡faltaría más!-. Porque que nadie se lleve a engaño, en la barbaridad de hoy, superando la fuga de 80 kilómetros de la Strade Bianche de este año, superándolo absolutamente todo porque esto es un Mundial y, por tanto, la carrera más dura del mundo, Pocagar ha sufrido. En los últimos 25 kilómetros -de 100, jaja- se le vio dudar, se le vio levantar el pie, se le vio quitar el plato, se le vio moverse inquieto, se le vieron gestos que denotaban que algo no funcionaba del todo bien. En fin, se le vio humano.
Tanto como a los demás, que estos sí lo son, y que obligan por el espectáculo que han dado a no cerrar ningún texto al respecto sin mencionarlos. Ellos son O’Connor, sin hacer mucho ruido y plata; Van der Poel, sabiéndose derrotado y bronce; Skujins, con unas patas de miedo hoy; Healy, con su capacidad para atacar siempre donde sea y como sea; Enric Mas en su mejor Mundial sin ninguna duda; Evenepoel, ‘perdedor’ hoy con arrestos; Hirschi, disparando sus balas por intentar triunfar en casa; Mollema y Bardet, viejos rockeros con cera para repartir; o Roger Adrià, ojo, cuidado, la carrera que se ha marcado este joven talento.
Y muchos más que estuvieron durante la excelente carrera de hoy y que en un momento dado quedaron eliminados de la parte de delante por su trabajo, por su esfuerzo, como el que hizo Tadej, recordemos, en los últimos 100km de los 270, jaja, otra vez, jaja, para ganar su primer Mundial después de apuntarse el Giro y el Tour y para decir que es el mejor del mundo. Yo solo espero que todo esto lo haya visto con extrema lucidez Eddy Merckx, al que la historia nos ha dicho siempre, con los datos en la mano, que fue el mejor ciclista de la historia. Y digo fue, porque a este esloveno no hay quien lo pare, visto lo visto. ¿En qué cabeza cabe todo esto, Tadej?