Hace justo un año, Carlos Verona vivía en sus carnes una de las etapas más duras de su vida sobre una bicicleta. Fue en el traicionero Goierri Guipuzcoano, en la quinta etapa de la Vuelta al País Vasco. La lluvia y el frío inundaron de épica y bravura una jornada en la que el asfalto del recorrido pudo sentir hasta 150 veces el sonido de las calas de los 75 corredores que pusieron pie a tierra ese día. Sin embargo, a pesar de la miseria vivida, los jaleos del público y, sobre todo, el poder disfrutar de una de las mejores pruebas del mundo por etapas de una semana fueron suficientes para que el corredor de Omega Pharma – Quick Step (contando entonces con apenas 20 años) finalizara su primera “Itzulia” junto a otros 73 valientes. Este lunes volverá a ella con la misma ilusión y ese plus de experiencia adquirida.
El espigado corredor de la escuadra belga acude a la prueba vasca con mucho optimismo tras los buenos resultados cosechados días antes en la Volta a Catalunya, especialmente en las etapas en las que la exigencia orográfica fue mayor, como en la etapa con final en La Molina: “estoy con mucho ánimo, en La Molina me encontré bien, se fue bastante rápido al final y pude estar no muy lejos de los primeros”, explica, aunque instantáneamente se busca un “pero”: “a pesar de haber entrenado muy bien las semanas previas en casa, eché de menos ese punto que te da al final la competición. Aunque perder sólo 47 segundos con ‘Purito’, demuestra que el trabajo y la progresión están ahí”, matiza.
La otra gran etapa de fuerte exigencia de la Volta fue la cuarta, con final en Vallter 2000. Allí Carlos volvió a demostrar que su progresión sigue por buen camino: “en esa etapa me encontré bastante bien, y a pesar de haber estado todo el día subiendo y bajando bidones, chubasqueros, barritas y haber pinchado en el peor momento posible, aun así tuve fuerzas para no acabar el día muy lejos de los mejores”, señala con una sonrisa. Sin embargo, para el joven corredor madrileño hay un valor añadido muy importante, se trata de esos datos que van más allá del banco de datos de su Quarq para instalarse en las sensaciones, en el archivo mental: “Lo mejor del día fue ver la progresión, y sentir como por fin empiezo a ser capaz de aguantar un buen ritmo a final de carrera después de más de 150 kilómetros bajo la lluvia, el frio y a una buena velocidad”, comenta con un pícaro gesto de satisfacción.
Por eso, tras la Volta, Verona no duda en señalar que, al margen de toda clasificación (vigésimo primero al final) “lo mejor de todo ha sido ver mis progresiones y verme cada vez más cerca de los mejores”, algo que él mismo define como “un golpe de moral para seguir trabajando duro e intentar estar algún día ahí”. Desde luego, un guiño al futuro con la complicidad del presente.
Ahora, la “Itzulia” recibe de nuevo a Verona: “Estoy con muchas ganas, ¡es una carrera que me encantó! ”, exclama. Y para ser digno de ella, acude en un buen estado de forma en el seno de uno de los mejores equipos del mundo: “Como he señalado, he acabado la Volta bien y pienso que la forma será buena, así que será una buena oportunidad para seguir progresando y, sobre todo, para contribuir a los éxitos del equipo, ya que traemos una formación muy potente y poder estar entre ellos es un orgullo”, enfatiza.
Fuente: Rafa Simón. Prensa Carlos Verona