No deja de ser curioso que toda la antipatía que despierta el Team Sky se traduce en simpatía unánime cuando se habla del Orica GreenEdge, el equipo más mediático del presente Tour de Francia y por tres hechos muy distintos: el ‘bouchon’ provocado por el autobús del equipo el primer día –y que se tradujo en poner a caldo a los gabachos, nunca a los ‘aussies’-, el estreno en el Tour a cargo de Gerrans –precisamente por delante de un Sagan que tampoco cuenta con muchos adeptos por sus manifestaciones extradeportivas-, y la victoria en la crono por equipos de ayer, lo que supuso no tener que escribir del odiado Sky.
He leído en estas horas que esa camaradería y buen ambiente y ese espíritu de equipo –plasmado en una excelente utilización de las redes sociales y especialmente de YouTube, con ese histórico Call Me Maybe– es algo fundamental en la buena imagen de los ‘aussies’, por otro lado un pueblo mucho más abierto que los ‘pommies’. Incluso la recuperación de Matt White tras el informe de la USADA no ha tenido demasiada oposición, quizás por la presencia como abanderado del polifacético y políglota ‘Cocodrilo Dundee’ Neil Stephens.
Soy el primero que me alegro de los éxitos del Orica –no en vano, mi vinculación con Australia está muy clara desde el mismo nombre de este blog-. Pero sigo sin comprender por qué unos nacen con estrella y otros, estrellados.