La Vuelta a Castilla y León ha supuesto un carrusel de emociones para Carlos Barbero. Su idea inicial era la de disputar la primera etapa, la que llegaría al sprint, y luego ofrecerse al equipo. Sin embargo, la climatología y su constancia le ofreció algo más. Un maillot de líder. El resto lo puso él: sumar para que su compañero Pello Bilbao intentara conseguir la victoria final, aunque no fuera posible.
En la primera etapa, la que tenía marcada con una “X”, la incógnita no la despejó él, pero poco importó. Fue su compañero Pello Bilbao quien se la acabaría llevando, teniéndose que conformar con el tercer puesto: “Me di por satisfecho ese día, fue una gran etapa para el equipo. Trabajamos entre todos y el resultado salió, es lo que importa”, responde tajante. La razón va más allá de una simple victoria: “. Lo importante era cambiar la dinámica que llevábamos de caídas y lesiones del equipo y abrir la lata”, reconoce orgulloso.
Sin embargo, fue la segunda etapa, con final en Fuentes de Oñoro, donde Carlos tenía reservada una gran sorpresa. La dura climatología obligó a neutralizar la prueba tras el ascenso al Alto de La Torre, en territorio Portugués. Carlos hizo de la nieve su fuego. Iba enchufado: “Iba concentrado en la carrera y con la motivación de llevar a Pello de líder. Estuve tirando en la subida de Torre, quizás eso me vino mejor porque tarde más en notar el frío puesto que llevaba el motor recalentado”, bromea intentando desdramatizar una etapa dantesca. Tras la reanudación, Barbero consigue llegar en el grupo cabecero. Otro sprint en perspectiva. Pero acaba conformándose con el segundo lugar. Sin embargo, el “puestómetro” le regaló un nuevo maillot. El de líder de la prueba: “Llegamos un grupo reducido porque a causa del viento el grupo se cortó. Hubiese sido bonito ganar, pero vestir el maillot de líder fue una pequeña recompensa”, reconoce con una de esas sonrisas que tanto cuesta verle.
Para el esprinter burgalés, portar ese maillot fue “un recuerdo bonito, ocurrió en la Vuelta de mi región, y vestir un día de líder… pues hace ilusión”, admite, mientras se deja atrapar por un recuerdo: “Hace años iba a ver esta carrera a la cuneta y ahora he tenido el privilegio de portar el maillot”, finaliza.
Pero la tercera y última etapa no contaría con un líder a la expectativa. Al contrario, su misión era otra. Utilizó su maillot de líder como mono de trabajo: “Estaba claro que Pello Bilbao era nuestra baza. Era una subida muy exigente, la conocía del año pasado y sabíamos que él lo podía hacer bien”, desvela, aunque admite que “al final solo eran diez segundos lo que tenía de margen sobre el resto, que en una subida así es insignificante”, concluía con resignación.
Pero de todo el cúmulo de emociones, Carlos puede estar satisfecho: “He encadenado unos resultados buenos: un tercero, un segundo y un liderato, más lo conseguido anteriormente en Rioja y Amorebieta. Me encuentro bien, pero hay que seguir trabajando en esta línea”, explica con seriedad. Ahora le espera otro cambio más, otra vez climático. De la nieve lusa al calor de Turquía. Luego volverá a Europa a disputar los 4 Días de Dunkerque. El Carrusel de Barbero sigue girando. Y que no pare.
Fuente: Rafa Simón. Prensa Carlos Barbero