Tras el anuncio realizado este fin de semana por la UCI desvelando la tercera sede de la Copa del Mundo de pista 2015-16, Hong Kong, por primera vez el máximo circuito internacional de esta disciplina no tendrá ninguna parada en Europa ya que la ciudad china con ese extraño estatuto especial –que le permite comportarse como una segunda selección china en los Mundiales- se une a otra sede novedosa como Cambridge (Nueva Zelanda, no Gran Bretaña) y a la única con una cierta tradición, la colombiana Cali.
El descubrimiento de nuevas sedes viene siendo una constante en la UCI en los últimos años, lo cual no debe ser nunca valorado negativamente. Sin embargo, lo preocupante es que ninguna de las ciudades o velódromos que se han sumado al circuito internacional en los últimos años ha tenido continuidad. Por ejemplo, Pruszkov (Polonia), Astana (Kazajstán), Glasgow (Gran Bretaña), Minsk (Bielorrusia), Pekín (China), Seúl (Corea del Sur), Guadalajara y Aguascalientes (México), Apeldoorn (Países Bajos) o incluso Anadia (Portugal). Por no hablar de Saint Quentin (Francia) o incluso Londres, aunque el velódromo olímpico acogerá esta temporada el Mundial, allá por el mes de marzo.
Más grave aún es que todas las sedes tradicionales hayan desaparecido también. Hablamos de Manchester (Gran Bretaña), Copenhague (Dinamarca), Moscú (Rusia), Berlín (Alemania), Burdeos (Francia), Los Ángeles (Estados Unidos), Sydney y Melbourne (Australia), incluso Atenas o Palma de Mallorca, un velódromo perfectamente recuperable.
Posiblemente sean más los que agradezcan que la Copa del Mundo 2015-16 esté ya cerrada a seis meses vista que los que se planteen que algo falla gravemente si no se puede cerrar ni una sola sede en Europa. Y si a esto le unimos los experimentos en el programa competitivo, las perspectivas de este ciclismo no dejan de ser muy negativas, por mucho que cada año tengamos momentos espectaculares gracias, como siempre, a los deportistas.