Parece mentira, pero sólo ha pasado una semana y un día desde que unas soleadas y abarrotadas calles de Utrecht (Países Bajos) acogieran la salida, el Grand Départ, del Tour de Francia de 2015. Parece mentira, digo, porque en ese tiempo, apenas un tercio de carrera, ha pasado casi de todo. Una semana y un día en los que la montaña, la de verdad, no la de las llegadas terriblemente empinadas, todavía no ha hecho acto de presencia. Una semana y un día en los que hemos tenido cinco líderes (cuatro corredores distintos). Una semana y un día en los que dos de esos líderes se han tenido que marchar a casa mientras vestían el maillot amarillo. Una semana y un día en el que hemos visto lo peligrosos que son los caminos costeros holandeses, pero también las aparentemente inocuas rectas belgas. Una semana y un día en los que hemos asistido, asombrados, a una neutralización que algunos no quisieron entender. Una semana y un día en los que hemos apretado los dientes con los corredores en las rampas de Huy y Bretaña. Una semana y un día en los que nos han dolido huesos rotos y desplazados como si fuesen parte de nuestro propio cuerpo. Una semana y un día en los que hemos visto, por primera vez, a un negro subiendo al podio del Tour de Francia como portador de uno de sus maillots de honor. Una semana y un día en los que, también, nos hemos enfadado e indignado con un italiano de 38 años que nos dio la explicación práctica a aquella frase del ex canciller alemán Konrad Adenauer que dijo que “hay algo que Dios ha hecho mal: a todo le puso límites menos a la tontería”.
Metidos en la vorágine del día a día, resulta complicado, a veces, darse cuenta de que sólo hemos completado el primer tercio de esta durísima prueba y que ese tercio es, sobre el papel, el más sencillo. Ahora comenzará la parte fundamental de este Tour de Francia que cuando fue presentado fue calificado como el más montañoso de la historia. Nos ha dado tiempo a, con más o menos acierto, situar a Chris Froome un paso por encima de todos sus rivales. A decir que Alberto Contador ha llegado algo corto de forma, seguramente de manera intencionada. A prácticamente descartar a Vincenzo Nibali. Y, a no decir mucho de un Nairo Quintana que por ahora sigue a verlas venir. Confiado, como parece estar, en que cuando llegue su terreno podrá desplegar todo su potencial. Pero, si buceamos un poco más en todo lo que ha sucedido en esta semana y un día, ¿qué encontramos?
Lo primero, y eso es innegable, es a un líder sólido. Un jefe del pelotón que no lo es por casualidad. Ni mucho menos. Chris Froome se ha mostrado como el más listo y atento de los cuatro hombres llamados a luchar por el amarillo de París. Siempre bien colocado y arropado por su equipo, no ha rehusado ponerse el mono de trabajo cuando ha hecho falta. Gracias a ello, no se vio cortado el día de los abanicos. No perdió comba el día de Huy. Y, por si eso fuera poco, consiguió meterle algo de tiempo a sus rivales en la crono por equipos. Además, ha visto cómo la suerte, esa especie de flor en salva sea la parte que cualquiera necesita para saborear el éxito en una carrera de tres semanas, le sonreía. Por dos veces le hemos visto salvar el asunto. Desde el helicóptero observamos, cómo consiguió salvar una dura caída haciendo auténticos equilibrios. Y también le vimos tocar el suelo en la misma caída que mandó para casa a Tony Martin, pero con efectos mucho menos importantes para el británico.
Alberto Contador, el español que ganó el Giro y que llega a Francia en busca de la épica de conseguir las dos grandes en una misma campaña –y sería el primero en conseguir las tres vueltas de tres semanas de forma consecutiva– no se ha mostrado tan afilado como en otras ocasiones. Cierto es que fue el primer en plantear batalla. El primero de los ‘Fab-4’ en dejar claro que este Tour iba a ser de guerra continua. Provocó el abanico que puso patas arriba la carrera en Holanda. Pero también es cierto que ha evidenciado que, de manera intencionada o no, ha llegado algo corto de forma a la salida del Tour. Así, de entrada, esto podría querer decir mucho… o nada. Hace ya mucho tiempo que ningún corredor que se haya planteado seriamente pelear por el Giro lo hiciera también por el Tour. Y, en aquella época, vivíamos otro ciclismo. Otra manera de afrontar las carreras. Si Contador tiene margen de mejora o no es algo que comenzaremos a ver en los próximos días. Por el momento, eso sí, su situación no parece realmente complicada y, pese a todo, no ha dado demasiados motivos para la duda sobre sus capacidades.
Todo lo contrario, sin embargo, que un Vincenzo Nibali que ha visto como este primer tercio de carrera le ha maltratado de lo lindo. Ha perdido tiempo el italiano en casi todos los sitios donde podía hacerlo. El más sangrante y preocupante, seguramente, fue verse cortado en el Muro de Bretaña. Allí el jefe de filas del Astana, que hasta entonces siempre había encontrado algún defensor para cada duda que surgía en etapas que se le han complicado no siempre por su culpa, dejó a sus partidarios sin muchos argumentos. Fue incapaz de seguir al resto de favoritos y, por lo tanto, se dejó un puñadito más de segundos. Ahora, con la llegada de la montaña, el campeón de Italia deberá de pensarse muy bien qué, cuándo y dónde hacer lo que tenga que hacer para recuperar el terreno perdido. Un terreno que, por lo visto en esta semana y un día, no parece muy factible que consiga reducir.
Y luego tenemos a Nairo Quintana. El colombiano que ha venido a revolucionar el ciclismo de esta segunda década del siglo. El hombre que maravilló a todos en su primer Tour. El que ganó su primer Giro de Italia. El que se tuvo que retirar en su segunda Vuelta a España cuando parecía que podría haber plantado seria cara a Contador. Un tipo que –cualquiera lo diría mientras lo observa con su menuda figura y su siempre calmado tono de voz– se convierte en un depredador temible cada vez que la carretera se empina. Pero, a la vez, un hombre que ha estado esta primera semana y un día a verlas venir. Fiel al estilo –gustará más o menos, pero que les quiten la razón– de los responsables de Movistar. Escondidos. Agazapados. Sin gastar un gramo de fuerza más de lo estrictamente necesario. Sacrificando, incluso, alguna opción de victoria parcial (como la de Valverde en Huy) por un fin mayor. El único, en definitiva, de los cuatro grandes favoritos, que no podemos evaluar en base a lo que le hemos visto hacer. Y no podemos porque, básicamente, no le hemos visto más que en un par de ocasiones en los que la cámara de la tele francesa se ha acercado a él y ha tenido a bien mandar un saludo y una sonrisa. Ahora, claro, llega su terreno y con 1:59 perdido respecto a Froome, tendrá que pensarse muy bien qué hacer.
Pero el Tour no se circunscribe sólo a lo que les acontezca a los miembros de ese elegido grupo de los ‘Fab-4’, sino que deja otras muchas pequeñas historias. Abandonos, caídas, heroicidades, imágenes para el recuerdo, momentos históricos… esas historias dentro de la historia de una carrera histórica que les hemos ido contando diariamente en Ciclo 21 y que, por motivos de espacio, son injustamente omitidas de estos análisis de los días de descanso.
Sí se puede, sin embargo, hacer un último repaso en clave de equipos. Un repaso que, a groso modo, arroja dos vencedores y un gran perdedor. El Orica-GreenEdge, mermado por el infortunio, se ha convertido en ‘el pupas’ (con permiso del pobre Thibaut Pinot) de esta carrera. Tanto que en la crono por equipos de ayer se tuvo que conformar con una más que previsible última plaza al tener que iniciarla con sólo seis efectivos.
Los vencedores en este apartado son, en orden inverso, el BMC de Tejay Vangarderen, claro –por el momento– líder de la clasificación general por escuadras y vencedor de la contrarreloj por equipos y, sobre todo, el Etixx-Quick Step que, pese a su turbio paso por Holanda, supo recuperarse y ha saldado esta semana y un día con tres victorias de etapa (de nueve posibles) y tres días (en realidad, dos sobre la carretera) con el maillot amarillo. Además, el equipo de Lefevere es el que, gracias a esos resultados, más dinero ha conseguido ingresar del botín de premios que ASO -ver cuadro adjunto- dispone para repartir entre los equipos.
Pero ahora empieza lo complicado. Lo duro. El cansancio ya va a comenzar a hacer de las suyas y, sobre todo, llegan las rampas. La tan esperada montaña. Las etapas que van a decidir lo que tiene que ser este Tour de Francia y que dictarán el nombre de quien tenga que pasar a la historia como el vencedor del año 2015. Algunos, incluso, dirán que Chris Froome ya ha ganado el Tour. Pero esa barbaridad no podría ser ni más pretenciosa ni más alejada de la realidad. Es innegable que el británico está en una situación envidiable –y envidiada por sus rivales–, pero no lo es menos que es precisamente a partir de ahora cuándo deberá de demostrar que ese buen golpe de pedal que ha mostrado en estas primeras etapas se puede mantener durante las próximas dos semanas. Por ahora, descansamos en Pau. Después de una semana y un día.
Clasificación General de ‘ganancias’
Puesto | Equipo | Ingresos |
1º | Etixx-Quick Step | 44.360 euros |
2º | BMC | 33.240 euros |
3º | Lotto-Soudal | 29.660 euros |
4º | Tinkoff-Saxo | 25.760 euros |
5º | AG2R-La Mondiale | 14.200 euros |
6º | Katusha | 14.150 euros |
7º | Sky | 13.140 euros |
8º | Giant-Alpecin | 13.140 euros |
9º | MTN-Qhubeka | 10.330 euros |
10º | Movistar | 9.470 euros |
11º | Bretagne-Seche | 9.180 euros |
12º | Europcar | 8.090 euros |
13º | Bora-Argon 18 | 7.870 euros |
14º | Trek Factory | 7.870 euros |
15º | LottoNL-Jumbo | 7.120 euros |
16º | IAM | 6.470 euros |
17º | Cannondale-Garmin | 6.440 euros |
18º | Cofidis | 5.820 euros |
19º | Astana | 5.080 euros |
20º | Orica-GreenEdge | 4.400 euros |
21º | Lampre-Merida | 2.570 euros |
22º | FDJ | 2.010 euros |
Exelente informacion muy clara ,gracias por darme la posibilidad de seguir el tour desde mi celular
Gracias Gabriel. Ya sabes… si no puedes verlo en directo o si quieres ampliar la información, aquí estamos para ello.