En los últimos dos años ha llevado a término las tres grandes vueltas y espera hacer lo mismo esta temporada. Adam Hansen, pieza insustituible en el tren de André Greipel del Lotto Belisol, no esconde su admiración por el Giro, el Tour y la Vuelta: “Correr las grandes vueltas relaja el cerebro» cuenta a Cyclingnews.»No tienes que pensar dónde te encuentras, ni a qué hora se empieza y con la comunicación por radio, el director deportivo me dice lo que tengo que hacer en carrera. En el tren de los esprints, Siebie (Marcel Sieberg) nos dice qué tenemos que hacer, como es muy alto lo vé todo. Yo soy el que va delante, el que conduce el tren. Para mí estar en el sillín es muy relajante”.
Su trabajo constante para los capitanes no sólo no le han impedido quitarse alguna satisfacción, como la etapa de Pescara en la Corsa Rosa de este año, ganada después de una larga fuga, sino que le motiva para seguir corriendo por mucho tiempo: «Tengo compañeros que son más jóvenes que yo y corren desde hace dieciséis años. Yo llevo en esto solo desde hace once años. Esto me hace más fresco, creo. Tengo, por lo menos, diez años por delante. Empezar más tarde significa que se puede continuar más tiempo. Y la brecha entre lo peor y lo mejor del grupo se ha reducido a lo largo de los años».
El ex HTC-Columbia, que se considera el “menos australiano” porque es un amante de Europa y la “naturaleza multicultural” de su equipo, destaca también por su simpatía y por sus notables dotes de comunicación, que se han podido ver en últimamente en las redes sociales compartiendo las fotos de las últimas concentraciones: “Todo comenzó como una broma, pero al equipo le ha gustado y, entonces, hemos continuado. Sé lo que los aficionados han hecho porque puedo comprobar lo que escriben en Twitter y veo quien comienza a seguirme. A veces me disgusta no poder responder a las preguntas, pero si quisiera, las cosas acabarían rápido fuera de control. Siento que debería contestar a todos y no solamente a algunos”.
Descubierto entonces su elixir de larga vida, el deportista de 32 años de Southport se prepara para vivir la nueva temporada, que comenzará con el Tour Down Under, con entusiasmo, compromiso y la proverbial lealtad a la causa de su capitán -“trabajar para André no es un fastidio”, puntualiza-, pero sobre todo con la “felicidad” de seguir montado en el sillín de la bici con un equipo profesional cuando muchos no pueden hacerlo a causa de la crisis.