Después del viaje de vuelta ayer, aunque fue uno de los pocos pistards españoles que pudo volar directo hasta casa, de Glasgow hasta Alicante, y sobre todo de cuatro días con otras tantas competiciones, Alejandro Martínez disfruta de un merecido día de descanso para analizar una actuación en la Copa de las Naciones que define como «la mejor que he tenido nunca». Y no sólo por esa medalla de bronce en la prueba del kilómetro que tanto tiempo llevaba persiguiendo, «sino por las sensaciones generales. Aunque el último día estaba reventado, porque correr las cuatro pruebas es demasiado, me quedo con muchas cosas positivas».
Tras una actuación discreta en la velocidad por equipos, en la que se juntaron arios factores como la nueva formación del trío como la enfermedad de Pepe Moreno, el gran día del alicantino fue el viernes, en esa prueba del kilómetro en la que llegó esa medalla que tanto había estado persiguiendo desde el pasado Europeo.
Aguantar la caída de la velocidad
«Estaba en el hotel y se lo decía a todo el mundo, que podía aspirar al podio, convencido de que esta vez era la buena. Que después de tantos años esta iba a ser mi oportunidad si recuperaba bien y podía estar en mis tiempos», como así fue. Y analizando la prueba «la clave del kilómetro está en seguir arrancando rápido, pero aguantar más. Y he notado bastante mejora porque antes me iba por encima de dieciséis, y se notaba mucho cuando echaba el ancla Los kilometristas son velocistas, pero cada vez con más resistencia. Y en eso he estado trabajando, en aguantar un poco más la caída de velocidad en la última vuelta. Salí con un 63 x 15 e hice la primera vuelta en mi tiempo habitual, en 18,7. Luego la segunda vuelta y la tercera estuve entre 13.0 y 13.5, en los tiempos de los mejores, y como te decía, la clave es estar en 15.1 en la última, como en Grenchen. Y sobre todo en recuperar para por la tarde, donde creo que fui de los que menos perdí, aunque luego salió el colombiano, al que no le conocía y que no sólo fue el único que mantuvo los tiempos, sino que hizo una última vuelta sensacional», en 14.2.
Eso sí, la alegría de la medalla no servía para contrarrestar el esfuerzo realizado. «El kilómetro es una prueba matadora, que te machaca todo el cuerpo. Y es cierto que merece la pena cuando eres capaz de estar en el podio, pero luego lo acusas. Al día siguiente en el keirin me pude dar cuenta. Sobre todo, en la repesca, en la que no tuve el gas suficiente para meterme en las semifinales. Intenté pasar a Babek, no me dejó y ahí fue donde me di cuenta de que me faltaba ese puntito». A pesar de ello, saca una lectura positiva, «porque el decimotercer puesto es un gran resultado, en las condiciones en las que estaba».
Y ya el cuarto día, en la velocidad, «estaba súper machacado. Fui el único junto al francés Landerneau que salió en todas las pruebas. Y el caso es que tengo ganas de hacer un buen 200. Desde que bajé de los 10 en Galapagar (9.986) no he vuelto a tener una oportunidad de poder hacer esta prueba en condiciones. En Grenchen tuve que pasar el control y casi no pude descansar. Y ahora aquí, era el cuarto día seguido compitiendo».
Y es que es consciente de que «el kilómetro no es una prueba olímpica, y yo lo que quiero es estar en los Juegos, en París». Y las opciones pasan por la velocidad y el keirin, ya que la clasificación mediante la velocidad por equipos en francamente complicada.
Centrarse en velocidad y keirin
«Aún no sabemos que plan tenemos para Milton, pero preferiría no hacer el kilómetro hasta el Europeo y centrarme en estas dos disciplinas. Aunque quizá sí podría hacerlo en Cali, porque está en altitud. No mucha, como Galapagar, pero quizá podría bajar del minuto, que es algo que tengo ganas de hacer. Tengo que hablarlo con mi preparador -Jaume Barber-, aunque la prioridad debe seguir siendo ser ahora la velocidad y el keirin».
De Barber se acordaba el pasado viernes en su dedicatoria, y por supuesto del ausente seleccionador nacional, Juan Martínez Oliver. «De todas las personas que me han ayudado y que me ayudan, como mi médico, mi mecánico, Jaime, mi nutricionista, Juamba Miñana, y de mi psicólogo, Antonio». En este sentido, nos cuenta una situación vivida hace semanas: «Pase el Covid sin darme cuenta a principios de años, sin síntomas. Pero fue después de correr en Portugal cuando me di cuenta de que me pasaba algo. Y es que con el Covid no puedes trabajar la intensidad. De hecho, terminaba algunas sesiones viendo borroso y llegué a pensar que era porque necesitaba gafas. Todo ello me dio una situación de ansiedad, pero pude superarlo con su ayuda. Y aquí a Glasgow llegué más tranquilo, sabiendo que había trabajado mucho y que los resultados tenían que llegar».
Un agradecimiento que también hace extensivo a sus patrocinadores, Almendras Llopis, Proyecto FER e Infisport.